viernes, 11 de mayo de 2012

El viento
susurra entre las espadañas
cargado de recuerdos
Y la tarde muere lenta
con el rumor del agua.



Allí,
Donde en la desnudez del chopo
el alma se ve reflejada.


martes, 8 de mayo de 2012

Aquellos comercios de antaño




     Decía Mª Victoria Atencia, poetisa que figura entre mis lecturas de cabecera: “Escribo para oír lo que me importa: / el mar, el viento, el tiempo, los silencios”. También yo escribo para eso, para fijar las cosas que han quedado atrás en el recuerdo, porque recordando, recupero todo aquello que fui y que no quisiera perder por muchos años que tengan que pasar.  Y recordando, sobre todo, recupero la memoria de aquellos seres queridos y añorados que ya no están a mi lado, o que están, pero de otra forma.
     Y recordando, hoy he recuperado la memoria de mi madre cuando me mandaba al comercio de “Tía Herminia Taconea” a comprar un cuarto de aquellos fideos que venían enrollados en un paquete de papel y que luego había que picar con las manos. Yo iba sin rechistar, no había nada que me gustara más, porque luego, claro, había recompensa: algún caramelito o algún chicle bazoka, que me regalaban por buena y por guapa la Chon y la Leandra, las hijas de Tía Herminia. Esta escena sucedía a finales de los sesenta; y aprovechando que en mis recuerdos de hoy aparece el comercio: ¿Se imaginan ustedes la cantidad de comercios que había en el Torrejoncillo de 1950? ¿Les apetece hacer un viajecito con la imaginación, completamente gratis y sin moverse de sus casas? ¡Pues, comenzamos!
     Primero el tapeo, que se nos arregle un poquito el cuerpo. Aquí , en el “Café Valencia” podrán saborear unos vinos de la mejor cosecha y unos aperitivos muy variados. Y si alguno está de paso por el pueblo y no tiene donde alojarse, lo mejor, “El Parador de Castilla”, de Doña Martina Méndez, donde se prodiga a todos los clientes un trato excelente.
¿Y qué me dicen del exquisito zumogás al natural que fabrica don Dalmacio González Sánchez en su fábrica de gaseosas?, aunque las gaseosas y sifones de Don Julio Galán no tienen nada que envidiar.  Si lo prefieren, pasen al Bar Moderno de Don Alejandro Gil. Prueben los vinos de cosecha de Don Francisco Ramos, y en el Bar Sereno, podrán encontrar vinos de cosecha y aperitivos; y por supuesto, no dejen de entrar en el Bar Luis, ni tampoco en el de Don Pedro Rodrigo, que con su buen hacer ofrece a sus clientes vinos, café y Licores. En el de Don Pedro Corcho degustará usted vinos, refrescos y gaseosas; en el Bar Curro, cafés, vinos, licores y aperitivos. ¿Que no hay quien dé más? ¡Sí, hombre, sí, en el Bar Molero, todo lo anterior y cervecita!
     ¡Bueno, bueno, señores, vamos a cambiar de establecimientos porque si no voy a acabar trastocando las letras, y eso no queda bien!
     ¿Sabían ustedes que por aquellos años había una Academia “La Purísima” en la que preparaban para Bachillerato, Oposiciones de Magisterio y otras preparaciones especiales? Y saquen ustedes la entrada, porque en el Cinema Lasi  se ofrecen las mejores películas de la temporada: Aquellos años del cuplé, Sueños de Oro, Anastasia ( y entre paréntesis, por si alguien no sabía entonces y alguno se me ha despistado con el tapeo, Anastasia era nada menos que la “hija del zar de Rusia”), Mari Cruz, Calle Mayor, Maravilla, Fedra, Santos, “El Magnífico”, La Faraona: ¿Dónde verán ustedes una película de su agrado, y pasarán un buen rato? …No lo duden, en el Cine Lasi.

     Ésta que ustedes ven aquí es la imprenta de Don Benito Blasco, que tenía una vidilla que para qué; confeccionaba dispositivos para propaganda en los cinematógrafos, hacían pay-pays, cargaban bolígrafos y los arreglaban: ¡Anda que no ha cambiado nada la cosa, hoy ni cargamos los bolígrafos ni los arreglamos, a la basura y a por otros! Y si necesitan algo de Librería y Papelería, pasen a Librería Gil.
     ¡Atención las amas y amos de casa, porque ha llegado la hora de hacer la compra! Primero los comestibles y que nadie se me despiste. ¡Vamos, vayan cogiendo la vez!
     Los Ultramarinos Finos y Explosivos de Doña Presentación Lorenzo les ofrecen una gran variedad de productos y a muy buen precio. Don Narciso Martín fabrica unos embutidos para perder el sentido y mandar el colesterol a cierto sitio. Y el pan de pueblo, rico y tierno, en la Panadería de Gómez, en la Panadería San José, o en la de Peguero.
     Por favor, no se me acumulen y pasen algunos a los comestibles de Don Emilio Martín Gil, o a los de la Viuda de Emilio Clemente que no desmerecen; o a los de Don Demetrio y Don Francisco Rodilla. En los ultramarinos de Don Cipriano Moreno podrán encontrar además radios, máquinas de coser y toda clase de muebles, pero no me sean manirrotos y vigilen de cerca el monedero, que no está la cosa como para hacer dispendios. Aquí, Don José Sánchez Peguero, les ofrece comestibles de muy buena calidad y también un taller de carpintería. Para carne buena y fresca, la de Don Eulogio Rivas, sin duda, sí, sí, usted el de la barbacoa… y, señora, los huevos para la tortillita en casa de Don Miguel García, el mejor en compra-venta de aves, huevos y caza.
     Pero, ¿que todavía hay quien se lo está pensando? ¡Pasen, vean y compren en los Coloniales de Don Vicente Petrón y en los ultramarinos de Don Pedro Eloy Gil! Y las frutas, háganme el favor de no dudarlo, las mejores, las de Don Vicente Estévez León… Perdone, ¿que tiene usted que hacer la limpieza? Pues pase, pase usted a la Ferretería y Droguería “La Sorpresa” de Don Ángel Núñez Iglesias, que le ofrecerá toda clase de pinturas preparadas, esmaltes, barnices, brochas de todos los precios y calidades, y que tiene existencias de pinturas y tintes domésticos a precios antiguos, lo que le supondrá una economía de la mitad del precio actual. Y ya que entra, señora mía, échele un vistazo a los jabones, las colonias y las esencias….irressissstibles… Que no, que aquí no hay de eso, los baldosines y los materiales de construcción los encontrará usted en el Almacén de Don Julio Llanos Corcho, y si el señor es listo y compra allí, ¡le obsequiarán con sellos Comprygane!
     ¿Qué, ya se me están cansando? ¡No esperaba yo esto de ustedes! ¡Pero si ahora nos vamos de ropa y complementos, con lo que nos gusta esto a las mujeres y a algunos hombres también, que lo sé de buena tinta!
     Por favor, las guatas aquí, en “La Guatera Torrejoncillana”, calidad y buen precio. Las mejores mantas de guata las fabrican los Llanos Núñez y Muelas; en “La Pura”, encontrarán tejidos fabricados manualmente, artesanía pura: colchas, mantas, alforjas de lana y algodón, con grandes novedades en dibujos; todo ello, fabricado por el Hijo de Don Juan Díaz Cordero. Tejidos de artesanía también, en el comercio de la Viuda e Hijos de Don Vicente Moreno, y en “La Casa de los Calzones”.
     ¿Que a usted lo que le gusta es el traje a medida? Acompáñeme, por favor, ¡será por Sastrerías! Pase y elija: Sastrería y Pañería de Don Julián Vergel; Sastrería de Don Manuel Vergel, Sastrería de Don Daniel Vergel, Sastrería Santos… Nada, tómese medidas con tranquilidad… y los demás, continuemos con la moda y los complementos: Vamos a entrar a los Almacenes “El Progreso” que tienen un poco de todo, como en botica: tejidos, paquetería, confecciones, sombrerería, cerámica de ladrillería y tejas. Y… hablando de Boticas: las de Don Abelardo Herrera y Don Pantaleón Hernández, que era además el Inspector Farmacéutico en la época.
     Y sigamos por “El Palacio de las Golondrinas”, almacén de tejidos, paquetería y confecciones de toda la vida: ¡Qué nombre tan bonito! ¿No les parece?... Pero sigamos adelante, que no quiero ponerme sentimental. Éstos son los tejidos y paquetería de Don Francisco Núñez Lázaro; éstos otros, los de Don Pedro Serrano; éstos de aquí, los de Don Cromacio Llanos, el de acullá, es el comercio de Don Francisco Díaz Sánchez que, además de tejidos, ofrece a sus clientes ebanistería y carpintería. Don Jesús Robledo, les ofrece tejidos y paquetería; la Viuda de Don José Vidal Bueso también les ofrece lindos tejidos y otra Viuda, la de Don Aurelio Santos, además de regentar un comercio de tejidos, es corresponsal del Banco Español de Crédito.
     Y ahora que ya estamos bien vestidos, vamos a por un buen par de zapatos, o más, porque ¡será por zapaterías y fábricas de Calzado?: Don Gabriel González, les ofrece Calzados, Guarnicionería y Almacén de Curtidos; Don Eloy Iglesias Gil fabrica un calzado de excelente calidad; la misma que ofrecen las Fábricas de Don Francisco Testón, la Viuda de Don Olegario Bravo; Don Emilio Petrón; Don Emilio Vergel; Don Pedro Hernández Moreno; Don Maximiano Martínez; Don Raimundo Gazapo; La Viuda de Don Eleuterio Sánchez; Don Pedro Bueso…
     ¿Agotados? La verdad es que es para estarlo, anda que no había comercios allá por 1950, para dar y tomar. Y aún no hemos terminado, aunque esta última parte de la visita, les dejo que me sigan desde el sillón, que no los veo ya para muchos trotes.
     En el Torrejoncillo de 1950 había varios Molinos y Fábricas de Pimentón, como los de Don Saturnino Bellot y Don Alejandro Sánchez; Ebanisterías como la de Don Agapito Gutiérrez, la de Don Gabriel González o la de Don Germán Jiménez; Talabarterías como la de los Hijos de Don Bonifacio Sánchez. Don Julio Llanos Corcho, regentaba una Fábrica de baldosines hidráulicos y de materiales de construcción; Don Filadelfo Gil, tenía una Carpintería Mecánica; Don Amado Izquierdo y Don Santiago Gil administraban sendas empresas de alquiler de vehículos; Don Julio Galán, una empresa de muebles. Para Relojerías, la de Don Pedro Solana; Platería y Filigrana Artística, la de Don Arsenio Moreno; una Prensa Hidráulica para la extracción de aceite y orujos grasos, propiedad de Gutiérrez y Jiménez; Don Isidoro Oliva Terrón, un Taller de Herrería….y otros muchos que se me pasarán porque no tengo noticia de ellos.
     Y bien, hasta aquí hemos llegado…que no, señora, que no, que no me debe nada, que esto ha sido gratis… y que nadie se me queje esta semana porque os he llevado de compras y sin gastaros un euro, ¿o quizá debería decir una peseta?…y es que no hay nada más barato que poner a funcionar la imaginación.

     
    Mª José Vergel  Octubre 2007 

Escríbeme a la tierra



                                                                              Aunque bajo la tierra
  mi amante cuerpo esté,
                                                                                 escríbeme a la tierra
                                                                              que yo te escribiré.  
(Miguel Hernández)


Hay miércoles que parecen martes, y hace tiempo que descubrí que los martes tienen música de tango. Lo que quiero decir con este arrebato poético, es que en ocasiones la vida se nos pone un tanto sentimental y nos da por llorar por los rincones.
Ya saben ustedes que soy una viciosa de los archivos y los papeles apolillados y, rebuscando hace ya algún tiempo, di con una carta de un soldado torrejoncillano al que como a otros muchos tocó irse al frente en aquellos amargos años de la Guerra Civil.
La carta la encontré ya hace algunos años y les confieso que lloré lo que no está escrito. Días atrás, sin buscarla expresamente, he dado con ella de nuevo y las lágrimas han vuelto a aflorar.
Son cuatro letras que un soldado le escribe a su esposa posiblemente a la luz tenue de alguna mala bombilla o de una vela medio apagada, con un lápiz a punto de consumirse al que, de vez en cuando, humedecería la punta con saliva.  Las palabras se esparcen por una cuartilla, sucia y amarillenta,  de las que antes se utilizaban para escribir cartas. En la carta, el soldado expresa su ferviente deseo de que al recibirla la esposa se encuentre buena. Sólo le escribe a María para decirle que él y sus paisanos han llegado bien y que están todos juntos. Se demora el soldado en la despedida, que le de recuerdos a toda la familia en general, besos y abrazos para sus queridos hijos y para la esposa, un abrazo muy fuerte de éste que la quiere y nunca la olvida.

¡Cuántos sentimientos verdaderos hay encerrados en esta carta tan sencilla, cuánta adoración por la esposa y cuánto cariño por los hijos que queda atrás!
¡Cuánto dolor hay también en esta carta!
Dicen que el amor se crece en las circunstancias adversas. Leyendo esta carta doy fe de que es cierto, que el amor va más allá de las guerras e incluso de la misma muerte.
Me duele en el alma esta carta; sobre todo porque me atrevo a asegurar que nunca llegó a su destinatario, a María;  pues si hubiera llegado la carta no estaría en el Archivo como es fácil  suponer. En realidad al soldado ni siquiera le dio tiempo a enviar la carta porque perdió la vida en un fatal accidente; por eso la carta se guarda junto al acta de defunción y otros documentos entre los legajos del Archivo Municipal de Torrejoncillo.
Me duele esta carta que María nunca recibió y se me hace un nudo en la garganta al pensar cómo sería a partir de entonces su vida sin el esposo soldado, sin poder tener ya el consuelo de las palabras escritas en renglones torcidos que le llegaran del frente, sin poder recibir ya nunca más los besos del esposo aunque sólo fuera a través del papel. Y veo a María sola, criando a sus hijos, como legado hermoso del esposo soldado. María sola escribiendo cada noche a su esposo a la tierra, haciendo saber con cada lágrima lo que lo extraña. María necesitando de su abrazo en medio de la desgracia y de la guerra.
Yo conocí a María, por eso me duele más esta carta. Y os digo que María fue una mujer fuerte, que supo inventar fuerzas aún cuando ya estaba exhausta para sacar adelante a sus hijos; y muchas veces, muchas, cuando estuviera a punto de poderle el desaliento escribiría sus penas a la tierra, morada última del esposo soldado.

Dime desde allá abajo
la palabra te quiero.

¿Hablas bajo la tierra?

Hablo con el silencio.

¿Quieres bajo la tierra?

Bajo la tierra quiero
porque hacia donde corras
quiere correr mi cuerpo.

Ardo desde allí abajo
Y alumbro tus recuerdos.

Mª José Vergel, Agosto de 2007

NOTA: Los versos que se intercalan en este artículo son de Miguel Hernández, concretamente están recogidos en el libro Poemas de amor de la Editorial Alfaguara. Libro que recomiendo leer a todos los visitantes del Blog, sobre todo porque remueve los sentimientos.

Reconozco
en los campos 
amarillos del trigo,
la Dauseda
de los días azules,
lentos, de la infancia,
en los que las manzanas
poseían el don
de detener el tiempo.
Suenan campanas,
y el cielo de domingo
canta gozoso
el milagro del día
sobre Dauseda.
Sordo rumor,
veranos de la infancia:

Escarabajos.
Luz de veranos,
claridad de los campos,
y por el alma
el beso azul del cielo
sobre Dauseda.
¿Sientes acaso
el vuelo de los pájaros,
bálsamo azul,
en la tarde que muere
por las colinas?
Adormecidos
mis ojos de otro tiempo;
tardes de Abril 
ociosas...y la vida
como una fiesta.
Eran sus ojos
tristes como la luna
en el invierno.
Recuerdo
la sonrisa en los labios;
             la tarde 
                     que se iba
                            por tus ojos.
Eran tus ojos
en la puesta de sol
manzanas verdes...


Y a la orilla del río
sólo la brisa.
El corazón
del color del invierno,
y los fantasmas
que pueblan los rincones
de la memoria.
Y por tus ojos
se iba haciendo de noche,
sueños de miel
dormían las manzanas.
Áureos cuerpos
de pez 
imaginados;
y los versos 
dormidos
en el blanco
corazón
de las manzanas.




                                                         Cae la noche,

                                                         tropas de escarabajos
                                                         toman la higuera.

                                                         Las campanas del pueblo
                                                         tocan a muerto.
Llanto en la tarde,
nubes que se desgranan:
Rezo del agua.
Sus manos eran
de pan por las mañanas,
sus manos blancas.


La recuerdan los versos,
el alma calla.
Queda la tarde
muda por los maizales.
Vuelvo a la casa.


Hoy el alma no puede 
con los recuerdos.