domingo, 16 de noviembre de 2014

Palabras como pájaros



Lecturas Matarratos , X Aniversario IESO "Vía Dalmacia" . Foto de Charo Alonso



Mientras la tierra duerme, las nubes convocan a los pájaros.

Una vez soñamos palabras como pájaros y éstos cruzaron los océanos, escalaron los picos imposibles de las montañas, lucharon por no sucumbir al cansancio del desierto y planearon, exhaustas, por  llanuras en las que la vista se perdía…

...y un buen día llegaron  para habitar entre nosotros.

Me rodean pájaros que duermen sobre el lecho del Otoño, ellos esperan de vuestro aliento y de vuestras manos, porque sabed que si estamos vivos es gracias a la palabra.

Nos habitan palabras aladas a punto de emprender el vuelo.

Mª José Vergel Vega


miércoles, 12 de noviembre de 2014

Emoticonos

Foto Internet

Confieso que mi vida está colgada de un puñado de emoticonos. Por eso, en lugar de hablar de tarjetas opacas, senadores enamorados, electoralitis varias, corrupción a raudales y de que parece mentira que aún exista un país que se llama España, estando como está ,  a merced de ineptos muy listos ellos y con las manos muy largas , quiero escribir unas palabras para dar las gracias públicamente desde estos cuadernos a whatsapp por regalarme  un icono emocional para cada momento de mi vida.
Hoy los utilicé  para mandarte un besito casto de amigos, para chincharte, para decirte la vergüenza que me da que me digas lo que me dices.
Para expresar que no salgo de mi asombro cuando tú, el tipo más duro del oeste, te pones a decir ternezas.
Para sentirme cómplice de lo que dices sin decir y de cuanto haces.
Para decirte que no puedo con la vida, que me tienes que no doy crédito. Que vivo sin vivir en mí y lo que es peor, en ti. Que hay veces que me produces urticaria y que te mandaría a una isla desierta para después claudicar y compartir contigo la tabla de surf y la ola gigantesca que te mando……y ser ángel o demonio, lo que exijan los cánones en estos casos.
 Y, ya ves, todo esto te lo puedo decir gracias a los emoticonos que alguien puso al alcance de mis torpes dedos.
Puedo decirte que llueve y que estoy dispuesta a compartir mi paraguas, aunque, ¡qué diablos!, si quieres nos mojamos porque a estas alturas de la vida no necesitamos reprimir aquello que nos palpita, ¿te parece si te mando el arcoiris?

domingo, 2 de noviembre de 2014

Soneto de Noviembre

En Noviembre las campanas doblan con un tañido tan triste que el alma se nos encoge. La naturaleza deja en quien la contempla un sórdido desasosiego , y es que no tenemos la certeza de que tras lo gris, reaparezca de nuevo la transparencia exultante de la primavera. 
 Hace unos cuantos noviembres escribí este soneto que hoy encontré encerrado en un cajón.

Campana de Dauseda


Sopla el viento del Norte en los cipreses,
se cubren de nieve lomas y llanos,
mortales debilitan nuestras manos
tañidos de campanas como jueces.

Es Noviembre y el alma se oscurece,
no se oye por los riscos el ganado;
bajo el manto de un cielo despiadado
todo el campo de frío se estremece.

¿Volverá algún día la primavera
a solazar los años ya marchitos,
o loca seguirá la huraña muerte

rompiendo de la vida la quimera,
trocando ánimo fuerte en enfermizo,
haciendo de la pena eterna suerte?

Mª José Vergel Vega

domingo, 26 de octubre de 2014

Manos de barro. Oración del Alfarero.

Foto Internet


“Cuando Dios creó todas las cosas, dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Tomó un poco de barro e hizo una hermosa estatua. Pero era algo muerto, sin vida; tenía ojos pero no veía; oídos pero no oía; boca pero no hablaba; manos y pies pero no caminaba. Entonces el señor sopló el espíritu de vida en el rostro de esa estatua, es decir, creó  el alma y la introdujo en ella la cual se convirtió en un hombre vivo. Es el primer hombre, a quien Dios puso por nombre Adán, que significa “Hecho de tierra”.

El mismo Dios, Sabio entre los Sabios, no ignoraba   que las manos del alfarero eran capaces de dar vida, por eso escogió el barro para crear al hombre.

Guardo unas manos de barro, en el fondo sin fondo de mi caja de galletas.
 Manos que se demoran en la espera, porque ellas saben de la calma a la hora de dar  vida.
Manos que se funden con la tierra, manos que se alían con el agua. Tierra y agua a merced del  fuego de las manos.
Manos que tocan el alma de las cosas.
Manos que dicen palabras de amor.
Manos de carne que tocan lo divino.
Manos endurecidas que recrean con ternura el rito de la vida, en cada tinaja, en cada cántaro…en cada cacharro…
Benditas sean las manos de los alfareros, olleros, tinajeros de mi pueblo porque ellas  iluminan la tierra.


Mª José Vergel Vega

viernes, 24 de octubre de 2014

Dos poemas "pisanos".

Federico Martín Nebrás, el viejo maestro del canto y el cuento llama "pisanos" a los poemas que se asemejan en la forma a la Torre de Pisa. Os dejo dos de mi humilde cosecha de versos.


I
¡Oh dioses! Soy un hombre solo.
¡Níveas promesas del amor ausente!
Aunque me siento vencido,
sueño que alcanzo,
ilusión soñada:
¡Palabra!


II


¡Palabra,
ilusión soñada!
Sueño que abraza,
aunque me sienta vencido,
níveas promesas del amor ausente.
¡Oh dioses! Soy un hombre solo.

domingo, 19 de octubre de 2014

Haikus para caminar el Otoño

Otoño en Dauseda. Foto de Lorena Cabello Vergel

Alada luz
por la tarde de Octubre:
trino de pájaros.
Mª José Vergel Vega

jueves, 16 de octubre de 2014

Haikus para caminar el Otoño

Foto de Mª José Vergel Vega. Otoño en Dauseda


Busco en la tierra
el susurro del viento.
Callado círculo.

lunes, 13 de octubre de 2014

Haikus para caminar el Otoño


Pinta la lluvia
el lienzo de la tierra:
Verde rubor.

Dauseda después de la lluvia. Foto Mª José Vergel Vega

domingo, 12 de octubre de 2014

viernes, 10 de octubre de 2014

Dulce introducción al Otoño

Foto Internet

 El otoño, sin darnos cuenta, se va colando sigiloso en nuestras vidas. Nos vamos poniendo íntimos y acaba atrapándonos en su melancolía.
El otoño terminará por destapar los versos como quien destapa un regalo hermosamente envuelto.  Nos hará indagar dentro de nosotros, justo en ese rinconcito en que tenemos acomodada el alma, para buscar nuevas presencias, nuevos lugares…
Llegará el otoño con sabor a dulce de membrillo, hecho a fuego lento por manos amorosas…Aquí, entre nosotros, yo siempre le pongo un pellizco de canela, mientras espero paciente la llegada de esas otras manos que entienden de lecturas, manos que te leen lo mismo que un libro, manos como las de Sabines: “Tú eres como mi casa, /eres como mi muerte, amor mío”
El otoño del que hablo sabe de conjuros para despertar a los rapsodas, para soñar que en lo profundo de este tiempo se está gestando ya la primavera. Él hará sonar el cálamo y dará voz al poeta que encuentra en la caída de las hojas una nueva razón para seguir lo que dictan sus versos.
El otoño del que hablo nos llenará de ausencias y nos enviará labios para lamernos las heridas…porque él es amigo de un viento caprichoso que nos trae y nos lleva.
Y has de saber que  de nada te servirá resistirte.
 Abandónate y gime tu queja más dulce, igual que esa hoja que , confiada, se desprende de la rama buscando la amorosa caricia de la tierra, porque ha comprendido que se muere para poder vivir de nuevo.

Mª José Vergel Vega



domingo, 5 de octubre de 2014

Tiempo de manzanas


No hay mayor dicha que la que transmiten las almas cuando están conectadas. Entonces, la vida es tan dulce que desearías detener el tiempo. Hace algunos años , ¡ay que ver cómo pasa la vida!, escribí este "Tiempo de manzanas", cuya principal protagonista es Victoria Rodrigo. Hoy quiero compartirlo con todos cuantos aparecen en la foto y alguno más que no estaba físicamente,  pero sí en el pensamiento. Ójala nuestra vida sea larga y podamos compartir muchos momentos como el vivido el sábado en El Palancar.



Para Victoria, que nos enseñó el camino hacia ese tiempo de manzanas…

Hay una mariposa blanca revoloteando sobre la tapa oxidada de mi caja de galletas.
Cada vez que pasa esto, ya lo tengo comprobado, es que alguno de los recuerdos que vive dentro de ella, anda queriendo decirme algo.
Las mariposas blancas, sólo pueden traerte buenas noticias, ese es su trabajo”
Por eso, antes de nada, me he dispuesto a recrear la liturgia de abrir mi caja de galletas: la he calentado un ratito contra mi pecho; después, muy despacio, la he abierto y he mirado lentamente en el interior…un recuerdo malva y blanco se ha desperezado.
¡Hoy mi caja de galletas huele a manzanas!
No sabría deciros, perdonad mi ignorancia, de qué tipo son las manzanas que invisiblemente perfuman mi caja de galletas: las hay amarillas, verdes, rojas, moteadas, ácidas, dulces, crujientes…arenosas….
Todas esas manzanas conforman un tiempo que ha tomado posesión de mi caja de galletas.
Un tiempo de sonrisas, de trabajo que dignifica; de desvelos en  mitad de la noche, o en mitad del día…porque también los días se nos desvelan.
Hubo un tiempo de manzanas en que te diste y nos dimos a los demás.
No todo fueron manzanas dulces en el camino, también hubo manzanas ácidas, cosecha de algún momento en que nos sentimos desfallecer, y del que, no obstante, aprendimos que uno no cae si hay manos  dispuestas a levantarlo.

martes, 30 de septiembre de 2014

Caminando el Otoño

Es la PAZ quien desfila en los pasos acompasados de los caminantes.


Sé de un aprendiz de poeta que dejó su corazón al abrigo de la hojarasca, al tiempo que sus pies comenzaban a sentir que habían entrado en íntima conexión con la tierra.
Ese aprendiz de poeta, caminante por los mil y un caminos del Otoño, suele encontrar versos por veredas recónditas. 
Cuando está cansado, este pastor de sueños , se sienta a filosofar apoyado en su cayado, y divaga sobre el ser o el no ser, sobre el discurrir del tiempo,  he ahí la ardua cuestión …y de repente, un duendecillo juguetón aparece como de la nada para hacerse la luz sobre las sombras de la memoria...


Y entonces , el viejo aprendiz de sueños y pastor de versos, se incorpora con un crujir de hojas para seguir haciendo caminos, porque ha comprendido  que se camina, sencillamente, para ir  viviendo.
Mª José Vergel Vega




lunes, 22 de septiembre de 2014

De Amor y fantasmas...

Escultura al Amor Herido, Parque de María Luisa, Sevilla
Foto Internet


Préstame tu palabra a este lado del frío, y déjame decirte que aún  te quiero cuando la bruma oculta los confines del mundo y el ojo de Dios acecha nuestros besos.
Te quiero cuando las hadas pierden la decencia, y su varita no obedece a palabras mágicas.
Te quiero si me despierto al filo de tu boca. Te quiero cuando el tiempo se me va entre los dedos, cuando eres pez que asciende la corriente.
Te quiero entre las notas de un bolero, y por debajo de la mesa, siento la presencia ausente de tus manos.
Déjame decirte que la vida se me está yendo, amor,  y que cierro los ojos y me abandono al sueño de inventarte.
Y acaso nunca hayas existido, acaso jamás nos dijimos: “Te quiero”; acaso nunca fuimos uno al llegar la madrugada.
Y se me va la vida, amor, y encierro tus ojos entre los pliegues de la almohada; porque el cielo es una gran mentira y no hay estrellas que valgan; porque no hay palabras para apresar la sombra que me dejas.
 Donde hay olvido y fantasmas, sobran las palabras de amor.
Pero  préstame, amor, tu palabra a este lado del frío, y devuélveme la oportunidad de la alegría.
 Se hace de noche …… ya oigo el llanto de los pájaros.

martes, 9 de septiembre de 2014

Los gatos y la luna




Tengo la sensación de andar metida en un libro a en algún lío por el estilo.
Ando recogiendo palabras por el suelo. Había unas cuantas justo en el rellano, pisoteadas y deshechas; seguro que las dejaste allí a posta.
Así las cosas, no tardaré mucho en convertirme en la loca de los gatos, con el pelo revuelto y la mirada perdida y los libros tapiando las ventanas que es un sueño que estas noches de Septiembre se repite mucho.
Por eso, ruego encarecidamente, que si alguien me estuviese soñando,  deje de hacerlo, porque me gustaría terminar con esto de una vez por todas. Y , te lo advierto, no quiero que vuelvas a tener el atrevimiento de abrazarme cuando me abandono a los recuerdos.
Han pasado muchas lunas y no tienes ningún derecho a ir dejando palabras para encontrar el camino. No obstante, he intentado recomponerlas y ordenarlas. He leído entre lineas, pero he de asumir que jamás conseguiré saber qué demonios ocurre, porque mis gatos se han comido el epílogo de nuestra historia. Quizá sea culpa mía, ya sabes lo despistada que soy , debí dejarlo tirado por el suelo. Últimamente no sé ni dónde pongo la cabeza.

Mª José Vergel Vega

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Septiembre y los higos

Pintura de Frans Snyders (1579-1657)


Me llega el olor acre de los higos , otrora en sazón, y que en estos días lánguidos que preludian el final del verano, yacen muertos en el suelo. Sólo alguna hormiguita, hacendosa y abnegada, se empeña en libar, con absoluta delectación, los últimos azúcares.
Me gusta el olor de los higos desparramados sin orden por el jardín. Los acerco a mi nariz, y sé que aún queda alguna esperanza de verano.
Estos días, bajo el cielo de Septiembre, la tarde se marcha prendida a las hojas viejas de un libro leído mansamente.
El cielo se cuela por entre las ramas de la higuera.
Recuesto la cabeza en la hamaca y me dejo mecer por el viento.
Una abeja indaga en las mieles del cáliz de una solitaria flor de romero. Dicen que un grano no hace granero; pero yo sé que esa abeja solitaria pondrá una gota de dulzor en este tarro insípido en que terminará por convertirse Septiembre.
Cuando ella se marcha, me levanto sigilosa e introduzco el dedo índice en la flor que ha merecido las atenciones del trabajador insecto. Me lo llevo a la boca con delectación: siento en la lengua todo el sabor del campo.

Quizá tengan razón esos que dicen que últimamente escribo con las tripas.

Mª José Vergel Vega

viernes, 1 de agosto de 2014

"La noche soñada"

Portada del libro de Máxim Huerta.

Tendemos, y es mala costumbre y de pésima educación literaria, a juzgar a la ligera a aquellos autores que son poco conocidos o que aún no han tenido el reconocimiento de otros que, por causas variadas y méritos, demostrados  o no, han llegado a lo más alto de los ránkings literarios.
A estas alturas de mi vida en general y de mi vida como lectora archiconvencida en particular, sólo leo aquello que me permite vivirlo, meterme con todas las consecuencias dentro de la historia.
La noche soñada de Máxim Huerta, premio Primavera de novela 2014, me ha sorprendido gratamente.
Aún llevo en mi cabeza las notas de las Gymnopedies de Satie y el movimiento lento y doloroso de los jóvenes espartanos que desnudos danzan  exhibiendo  sus cuerpos. Todo en esta historia, como en la noche de San Juan, sucede como en un ritual, como el tempo lento de las Gymnopedies, banda sonora de esta novela tan bien construida y tan sensacionalmente escrita.
En las ficciones como en la vida, siempre andamos buscando la felicidad a través de este camino hacia Ítaca al que nos siguen invitando los versos de Kavafis. Pese a que en muchas ocasiones, más de las convenidas, demos pasos de ciego, no debemos olvidar que siempre habrá algún faro que le dé un poco de luz a nuestra travesía.

miércoles, 4 de junio de 2014

Getsemaní

Cementerio Alemán de Yuste, uno de los lugares en los que más PAZ se respira de cuantos conozco.
 Si los ángeles existen, éste es su Paraíso. 

Duerme el tiempo de junio en las alas replegadas de una libélula.
Hay lugares en los que una se sienta sencillamente a esperar, mientras vela el sueño de los que ya no despiertan.
Los nombres duermen  guardados entre los poros de la piedra.
Los bancos sirven para esperar…para pensar que la tierra no es sólo un depósito de huesos, para pensar que la tierra guarda  memoria  de la historia viva de esos huesos.
 La calma de la mañana y de este lugar que parece no ser de este mundo, me invita a cerrar  los ojos. Aspiro con avidez el perfume de la hierba salpicada de gotas de rocío. Es temprano y pienso que Junio, antes de emprender el  regreso  a casa, ha querido regalarme una hermosa mañana de domingo.
¡Cuánta paz hay en este lugar!
Me llega una letanía de abejas y la urgencia de los mirlos buscando algún fruto que llevarse al pico.
Contemplo la tierra sembrada de cruces, simétricas, idénticas. Duras cruces de granito que encierran tristes historias de guerras…sin embargo, yo no conozco paz como la de este lugar.
Entre las cruces, los olivos, como símbolos humildes de inmortalidad, de vida que va más allá de la muerte. Y pienso cuánta suerte tienen  los muertos de este lugar, porque ellos no están solos, siempre que haya un banco en el que sentarse  a esperar, a imaginar historias, a dibujar el rostro de Matthias Otten en cuyo nombre, labrado en la piedra,  se detienen mis ojos…
Foto de Mª José Vergel Vega

En este lugar se conectan la muerte y la vida, las cruces de piedra y los olivos.
El tiempo sin tiempo de los huesos reposa bajo la tierra. Cada una de esas vidas truncadas por la guerra y la sinrazón de los hombres, ha vuelto a renacer bajo los olivos. Nadie muere para siempre si hay olivos que lo cobijen y un banco desde el que velar su memoria.
La tierra cumple aquí su función de jardín eterno para la vida de los muertos.
Recuerdo entonces que llevo en los bolsillos semillas de olivo para cuando hay bancos propicios en los que sentarse a esperar, para cuando encuentro un nuevo Getsemaní donde rezar, aunque una no sepa mucho de oraciones. También se ora con el silencio, con el gesto solemne de cerrar los ojos y dejarte envolver por el fragor de la hiedra y el vuelo sutil de las mariposas, de esas que sólo traen buenas noticias.
Mariposas blancas, cruces y olivos para guardar el reposo del guerrero.

martes, 13 de mayo de 2014

Cuestión de glamour


Hoy encontré esta carta, alguien dijo de ella que era una hermosa carta de amor, añado que también lo es de desamor. Con ella gané el VI Concurso de Cartas de Amor de Villanueva de la Serena hace unos años. Porque tiene mucho de Dausediana merece tener un rinconcito en propiedad en este blog. 


Amor:
           Sólo cuatro letras para decirte que guardo tu nombre entre las sábanas limpias; entre efluvios de suavizante y restos de viejas caricias.
           A veces lo meto en el bolsillo porque me gusta oir el tintinear de las letras; otras, las libero en el cuenco de las manos y vuelan… vuelan torpes, entre las gotas de la lluvia.
          Porque sucede, amor, que a veces llueve si recuerdo tu nombre.
          Pongo a secar las letras de tu nombre, por si acaso vuelves en el próximo arcoiris. Y porque yo sé que te gustaría encontrarlo como lo dejaste; cuando se orea, vuelvo a ponerlo entre los pliegues de las sábanas, bien doblado y perfumado.
          Si bajo la guardia, tu nombre se escapa y se alía con el viento, desordenándome el pelo, colgándose cual zarcillo de mis orejas.
          Sucede, a veces, que tu nombre se descuida y lo abrocho a la cintura y , revoltoso, despierta calladas mariposas, que un día inventaron tus manos.
          Amor, a pesar de todo, tú me diste las letras de tu nombre para cobijarme del frío, o eso me dijiste; sin embargo, el parte meteorológico me anuncia impávido que hoy volvieron, de nuevo, los ciclones, los aguaceros… los naufragios.
          No me quedan fuerzas para sortear la violencia de otro mar enfurecido. Ya los maderos de mi balsa navegan a la deriva, arrastrados por la corriente.
          Eres de los que piensan que todo lo cambia la liturgia de la palabra. Las palabras, amor, esas embaucadoras, que todo lo transforman, que todo lo trastocan, que todo me lo ponen patas arriba…y entonces, envías asépticos y escuetos sms, un cómo estás, cuídate… besos…¡cómo si tú no fueras capaz de intuir cómo estoy!
          Naufrago, amor, en una ausencia de caricias, a las horas heladas de la madrugada en que se ahogan los ladridos de los perros, y se vierten sobre mi vientre las profundas letras de tu nombre…
          ¿Sabes? Ayer puse los versos alrededor de tu cuello, aunque en realidad eran mis manos, sí…He de reconocer que fue una tontería… Lo hice porque te quiero, porque no vayas a resfriarte …siempre fuiste tan propenso a las gripes y a los desánimos…
          Sucede que a veces tengo ganas de esconderme del mundo, de que el mundo me ignore y siga girando sin rumbo… ¡allá el mundo!

jueves, 1 de mayo de 2014

¡Vientos del pueblo nos llevan!


"...la asamblea del mundo será un niño reunido" (Juan Gelman)



Todo el día he tenido "el corazón en mi cabeza".
 Ahora que los huracanes amenazan con arrasar el altar sagrado de nuestra dignidad, me he dejado llevar por los vientos del pueblo.
Hoy hubo nuevamente iris y rosas. Habéis de saber que hay días en que en mi pueblo hasta las flores nacen republicanas.
Mensajes hermosos salieron de nuestras manos y de las manos de los niños. La alegría ascendió por las cuestas de mi pueblo.
Nos guiaba la ilusión de no renunciar nunca a nuestros sueños. Los sueños son hijos a los que no se puede dejar de la mano.
Hoy fuimos jornaleros de la esperanza. Obreros con el alma que echa a temblar al llegar a Francisco Moreno, porque siempre hay mariposas blancas aleteando en los rincones de la memoria, esa que tanto molesta a algunos. Mariposas de la memoria que guardan los nombres de los que aún duermen a cielo abierto. No puede haber olvido cuando hasta el silencio los nombra.
Hoy no hubo grandes discursos. Los que hablaron lo hicieron de lo humano, de la necesidad de creer en el hombre codo con codo con el hombre. Caminando juntos volveremos a crear el mundo: somos fuertes si nos apoyamos en el otro.
Tampoco esperéis grandes palabras por mi parte, no puedo deciros más que hoy fue un día  especial en el que hicimos una cadena muy larga con nuestros sueños y que por eso tuve todo el rato mi corazón alojado en la cabeza.
 Este primer día de Mayo fue naciendo hermoso en las caritas de ilusión de Nicolás, Emma, Vania y Elvira que inventaron mensajes de "Paz y Libertad para España y para el mundo" y que  llenaron el camino con sus pasos gozosos, conscientes de que estaban haciendo algo importante y necesario. Ellos, aunque niños, saben que Paz y Libertad son palabras claves para dibujar el futuro y es por ellos que tenemos la obligación de encender cada 1º de Mayo lucecitas de esperanza.

Mª José Vergel Vega

miércoles, 23 de abril de 2014

A Ángel Campos, una tarde de invierno.

Para los que amamos los libros y santificamos el oficio de escribir, hoy es un día grande.
¡Benditos libros que nos salvan de tantas cosas! ¡Que los dioses guarden para siempre a aquellos cuya mano los dota de vida!
Encontré este humilde homenaje que hice hace unos años a mi querido Ángel Campos. Me ha emocionado encontrarlo, por eso lo rescato y le hago un hueco especial en estos Cuadernos de Dauseda.

"A veces sólo un gesto es suficiente /para salvar el día" (Ángel Campos Pámpano)

Foto Web
Os hablaré hoy de un poeta. Ángel parecía haber surgido del silencio. Mirarlo transmitía calma. Su mirada, profunda, siempre parecía estar buscando algún verso; porque para Ángel, escribir, era ante todo, mirar.
Se me ha ido Ángel Campos, poeta callado, de versos amargos, pero repletos de dulzura. Parece que fue ayer cuando lo conocí una “tarde parda y fría de invierno”, en una de las sesiones de un Taller Literario. Llegó sin hacer ruido, con su porte de poeta sencillo, con sus libros-tesoros bajo el brazo y una sonrisa verdadera en los labios. Recuerdo que elogió unos versos que yo había escrito, ya se sabe que los poetas somos seres vanidosos y nos gusta, aunque no lo digamos, que nos regalen el oído. Aquel elogio, tan sencillo, me sirvió para dar forma a un poemario que nació del silencio y que es una parte inseparable de mí misma. Ese poemario es Dauseda, cuyos versos deben mucho a aquel encuentro tan entrañable con Ángel Campos, y a dos de sus libros: La ciudad blanca y Siquiera este refugio.De Ángel dijo Santiago Castelo que era un hombre de “ vuelta de muchas amarguras”. Supo dar a esa amargura, a ese dolor de vivir, forma de verso. ¡Qué difícil es dar forma poética a las aflicciones sin caer en la ñoñería! Pero Ángel supo hacerlo, supo encontrar el lado dulce de lo amargo.
A todos nos descubrió Lisboa, esa Lisboa tan suya que quiso compartir con nosotros, generosamente, a través de esos versos tan verdaderos de La ciudad blanca; una Lisboa que se muestra ante el poeta y ante nosotros, lectores, de todas las formas y colores posibles:
Lisboa, bajo el celaje tenue del otoño, es casi un cuadro cubista tendido en la ladera”.
Confieso que te he utilizado, Ángel. Calaste en mí tan hondo aquella tarde, que siempre, en casi todo cuanto escribo, permanece tu huella imborrable. Tus versos de La ciudad blanca, subyacen en una carta de amor que escribí no hace mucho y que tiene como fondo Lisboa, la que pintan tus versos y la que mis ojos de turista novata, contemplaron extasiados un día.
Gracias por enseñarme que la poesía puede decir aquello que parece no poder ser dicho, aquello que está tan profundo y tan sin forma que no parece poder ser expresado con palabras. Pero la poesía posee en sí misma esa magia, es capaz de crear palabras para nombrar lo innombrable.
Te empeñaste en apresar con tus versos aquellos tiempos azules y más o menos despreocupados de la infancia: “Pintar tan sólo para preservar el desierto”Escribir para preservar, qué hermosa tarea ésta, querido Ángel. Escribir para poner a salvo esos paraísos que todos poseemos, para redimirlos del tiempo, ese tiempo cruel que no guarda la compostura debida con las cosas que amamos, incluso más que a nosotros mismos. Ponerlos a salvo, aunque muchas veces esa hazaña nos haga daño:
Volver es como un largo
silencio abandonado,
huella de un cuerpo trunco
que ha cumplido su ciclo,
un grito adentro
que casi nadie escucha.

¡Qué bien lo expresan estos versos tuyos! Muchas veces nos sentimos así. Quisiéramos, con los versos, presentar ante los demás nuestros anhelos, nuestras esperanzas, nuestras desazones, nuestro amor, nuestro dolor… pero todo queda en un grito silencioso que nos taladra por dentro.
Gracias Ángel por ser poeta. Gracias por ser un hombre cercano a lo que verdaderamente importa; cercano a las cosas sencillas, a esas cosas que, sin darnos cuenta, vamos perdiendo en el devenir irremediable de los días.

domingo, 6 de abril de 2014

Sé de una escuela en el campo.

Foto de Lorena Cabello Vergel, 2012.


Yo comencé a ir a la escuela cuando apenas tenía tres añitos y a todos hacía una gracia inmensa que dijera “perióquido”. Tanta chanza causaba, que mis padres temieron que con el tiempo me convirtiera en atracción de feria o algo peor. Así que, me mandaron a la escuela para que aprendiera a hablar y a escribir como mandaban los cánones de la buena educación.
Mi colegio era especial. Sólo tenía un aula y una maestra. Mi colegio estaba en medio del campo, en Dauseda, que es el sitio más bonito que os atreváis a imaginar .
Mi escuela era una sala amplia y sin tabiques, repleta de amplios ventanales por un de los lados, a través de los cuales se veían los sembrados verdes en primavera y la tierra blanquecina y helada en invierno.
Nos sentábamos  en unos pupitres de madera de dos plazas; yo siempre al lado de mi amiga Lina, mi mejor amiga junto con Tolito, sólo que él no se sentaba con las niñas. Pero no vayáis a pensar que se debía a que en aquella escuela no se mezclaban los sexos, la Señorita Remi siempre nos coeducó, que me he enterado ahora que es concepto “moderno”. Lo que realmente pasaba era que Tolito siempre se las dio de muy machote y odiaba a todas las niñas, menos a mí, por quien sentía un “no sé qué inexplicable “, decía.
Éramos unos veinte niños y niñas, desde Párvulos hasta 8º de E.G.B. Todos teníamos la misma maestra, especializada en lengua , matemáticas, conocedora a la perfección del medio natural y social, experta en juegos populares, en catequesis, contadora de cuentos, sanadora de heridas, las del alma y las que eran fruto del pistoletazo de algún forajido, que aparecía de pronto en el recreo apostado entre las peñas…Jamás la vi sentarse un momento, y era la maestra más buena, más guapa y más cariñosa del mundo. Pero sobre todo era nuestra mamá del cole.
Aquella maestra rubia y rellenita nunca nos dio una voz más alta que otra. Nos hacía notar que nos quería y que le gustaba enseñarnos y que disfrutáramos aprendiendo.
La señorita Remi no vivía en Dauseda. Venía cada día junto con la cocinera y otros niños en un autobús escolar pequeñito, al que llamábamos “la Decauve”.
-¡Que viene la Decauve!, solía gritar Tolito, que estaba siempre como al acecho, tanto era así que hasta parecía que se le ponían las orejas de punta y todo.
Nada más que Tolito anunciaba con todo el torrente de sus cuerdas vocales que venía la Decauve, nos poníamos en fila, preparados para entrar en la escuela en cuanto la Señorita Remi diera las dos palmadas de rigor.
Si he deciros la verdad, y eso es lo que pienso hacer, porque nunca he sido una niña mentirosa, palabrita de Julia, os diré que fui muy feliz  en aquella escuela a la que cada día acudía con mi anorak de cuadros y mi bufanda a rayas en invierno, patinando por los charcos helados  que cubrían el camino de mi casa a la escuela, y con mi faldita de cuadros marrón cada primavera.
 (Detenemos el curso del relato para dejar que Julita sonría tranquila  recordando aquella falda plisada que su madre le ponía cada primavera. Una faldita que tiene historia y que seguro que Julia os cuenta otro día).

martes, 1 de abril de 2014

La Caperucita de Dauseda

 "La vida en sí es el más maravilloso cuento de hadas"
Hans C. Andersen

Una vez conocí a una niña que cuando iba a la escuela, siempre llevaba un abrigo de color rojo y una cestita de mimbre con el almuerzo.
Se llamaba Camino y tenía unos ojos muy negros y una boca que siempre estaba riendo …
A mis amigos y a mí, nos gustaba llamarla Caperucita…y ella estaba encantada con ser un importante personaje de cuento.
Cuando salíamos de la escuela, corríamos a refugiarnos en nuestro rincón favorito del bosque: “La Charca Verde”.
Allí, Camino nos contaba que un día que había ido sola, del interior de la charca había salido …¡un lobo enoooormeeee! Y abría tanto la boca cuando nos lo contaba que, nosotros, a coro, le decíamos:
_¡Camino, qué bocaaaa más grande tienes!
Y ella, sin previo aviso, se levantaba y echaba a correr , y poniendo una voz tenebrosa, como de lobo hambriento, nos gritaba:
_¡Es para comeros mejooooorrrrr!
…Y después reía…y reía…y todos teminábamos tirados por el suelo, muertos de la risa…
Mª José Vergel Vega

jueves, 27 de marzo de 2014

Psicoanálisis


Hay momentos en la vida  en que hay que hacerse mirar. Ayer me decidí a psicoanalizar estos Cuadernos de Dauseda y la verdad es que me gustó el resultado. Creo que de momento vamos por el buen camino.
Os dejo el enlace por si necesitáis psicoanalizar algo: http://www.wordle.net/

jueves, 20 de marzo de 2014

El encantador de palabras.


"Sólo el poeta tiene reloj de luna" (R. Gómez de la Serna)
Foto de Lorena y Juli Cabello Vergel

Habéis de saber que el poeta es un ser que renace cada noche al beberse la sangre blanca  de las estrellas. De cada punto de luz en el cielo el  poeta hace nacer un verso.
Él  es el consentido de la luna, sabedora de sus naufragios.
Los labios del poeta muerden las palabras más tiernas y entonces acecha los versos tras cada portón en ruinas y persigue a los gatos que maúllan por los tejados.
Sólo el poeta ofrece su corazón a cambio de palabras hermosas que llevarse a las manos.
Siempre anda  rumiando restos de palabras con los que echar un remiendo al mundo . Él se crece en las dificultades y es el mejor remedio que conozco para el dolor  de alma; por eso es muy recomendable tener un poeta a mano, si es de los buenos, tanto mejor.
Un poeta viene al mundo para cargar con él y llevarlo por el buen camino. Se advierte que es problema del mundo si no se deja conducir por el trazo sensual de su discurso.
Cuando seas capaz de mirar a los ojos a uno de estos seres, créeme si te digo que estarás perdido, pues no se ha inventado aún el antídoto para contrarrestar su  dulce veneno.
Nunca olvides que el poeta se desnuda para expresar lo que siente, pero siempre va más allá y hace suyo lo que sentimos , hecho que lo convierte en un ser cuasimágico, curandero  sabedor de todos los conjuros.
Ahora que sabes todo esto , te diré que a un poeta se le puede llamar de todo: vate, aedo, bardo, recitador, juglar, trovador, rapsoda, autor, escritor, literato, encantador de palabras, mago de los versos…de todo  menos que no tiene ni oficio ni beneficio o que es un semidiós vanidoso porque, quedas advertido, el poeta es el más humilde de los mortales.
No es nada banal ni arbitrario que Poesía rime con Utopía. El poeta , aunque pudiera parecer lo contrario, lo tiene todo controlado. Él sabe que no hay poesía sin entusiasmo, no hay poesía  si uno no se compromete con sus sueños. Y los sueños siempre viajan hacia Utopía.
Es cierto que hay veces  que algún ciclón agorero nos trae la lluvia y se nos va algún poeta, y eso que en los tiempos que corren no es para nada recomendable ir perdiendo a los seres de esta especie. Me consta que siempre se marchan ligeros de equipaje y que  aquí nos dejan, conscientemente,  el mejor de los legados: la liturgia de sus versos para salvarnos de la vergüenza de un mundo que se deja manejar por sinvergüenzas.
Cada vez que esto ocurra, salid al aguacero. Se ruega encarecidamente dejar el paraguas en casa, es muy saludable calarse de versos hasta los huesos.
Dice una vieja leyenda que cuando un niño deja de ser niño, en algún bosque muere un Hada. Cuando muere un poeta, las Hadas hacen un altar con sus versos en las almas que le son propicias para que vivan en ellas eternamente.

El poeta es aquel que pone su tiempo, su vida y sus sueños  a disposición de la POESÍA,  que no es otra cosa que el arte de “vivir en los pronombres”.

Mª José Vergel Vega

miércoles, 19 de marzo de 2014

Los elefantes de la noche

Para mi padre, a quien echo de menos cada día , cuyo  recuerdo habitará Dauseda por años sin término.




Supe que algo ocurriría aquella tarde en que yo apacentaba elefantes,  en la trastienda en sombra de mis ojos.
Tú me hablabas de la lluvia. Yo pasaba revista a los lugares en los que alguna vez estuviste.
Toda la noche oímos caer la lluvia. Entonces supe que te marcharías.
Me dejaste asomada al castillo de las dudas. En vano quise arrojar los restos del miedo desde las torres más altas.
Ni rastro había de luna en el cielo. Y la noche fue una larga lágrima prendida en la frente de los elefantes.
Luego vinieron los días sin tí, aquel preludio del verano, que en vano esperé que maduraran  las cerezas.
De repente, Junio fue Enero ,y se puso a escribir versos tristes en la boca de las grutas donde dejo hablar al viento.
La sangre blanca de los niños ha vuelto a correr ladera abajo, aunque hace días que no nos visita la lluvia.
No te preocupes, he comprendido que a los muertos los guarda la tierra y que un enjambre de grillos palpita dentro de tu calavera. Pero no me acostumbro a llevar miles de algas enredadas en el pelo, y a que mi corazón anfibio se niegue a beberse de un trago la copa amarga de esta larga noche.
Y de sobra sé, que ya ningún Junio hará que maduren las cerezas.

Mª José Vergel Vega