jueves, 27 de marzo de 2014

Psicoanálisis


Hay momentos en la vida  en que hay que hacerse mirar. Ayer me decidí a psicoanalizar estos Cuadernos de Dauseda y la verdad es que me gustó el resultado. Creo que de momento vamos por el buen camino.
Os dejo el enlace por si necesitáis psicoanalizar algo: http://www.wordle.net/

jueves, 20 de marzo de 2014

El encantador de palabras.


"Sólo el poeta tiene reloj de luna" (R. Gómez de la Serna)
Foto de Lorena y Juli Cabello Vergel

Habéis de saber que el poeta es un ser que renace cada noche al beberse la sangre blanca  de las estrellas. De cada punto de luz en el cielo el  poeta hace nacer un verso.
Él  es el consentido de la luna, sabedora de sus naufragios.
Los labios del poeta muerden las palabras más tiernas y entonces acecha los versos tras cada portón en ruinas y persigue a los gatos que maúllan por los tejados.
Sólo el poeta ofrece su corazón a cambio de palabras hermosas que llevarse a las manos.
Siempre anda  rumiando restos de palabras con los que echar un remiendo al mundo . Él se crece en las dificultades y es el mejor remedio que conozco para el dolor  de alma; por eso es muy recomendable tener un poeta a mano, si es de los buenos, tanto mejor.
Un poeta viene al mundo para cargar con él y llevarlo por el buen camino. Se advierte que es problema del mundo si no se deja conducir por el trazo sensual de su discurso.
Cuando seas capaz de mirar a los ojos a uno de estos seres, créeme si te digo que estarás perdido, pues no se ha inventado aún el antídoto para contrarrestar su  dulce veneno.
Nunca olvides que el poeta se desnuda para expresar lo que siente, pero siempre va más allá y hace suyo lo que sentimos , hecho que lo convierte en un ser cuasimágico, curandero  sabedor de todos los conjuros.
Ahora que sabes todo esto , te diré que a un poeta se le puede llamar de todo: vate, aedo, bardo, recitador, juglar, trovador, rapsoda, autor, escritor, literato, encantador de palabras, mago de los versos…de todo  menos que no tiene ni oficio ni beneficio o que es un semidiós vanidoso porque, quedas advertido, el poeta es el más humilde de los mortales.
No es nada banal ni arbitrario que Poesía rime con Utopía. El poeta , aunque pudiera parecer lo contrario, lo tiene todo controlado. Él sabe que no hay poesía sin entusiasmo, no hay poesía  si uno no se compromete con sus sueños. Y los sueños siempre viajan hacia Utopía.
Es cierto que hay veces  que algún ciclón agorero nos trae la lluvia y se nos va algún poeta, y eso que en los tiempos que corren no es para nada recomendable ir perdiendo a los seres de esta especie. Me consta que siempre se marchan ligeros de equipaje y que  aquí nos dejan, conscientemente,  el mejor de los legados: la liturgia de sus versos para salvarnos de la vergüenza de un mundo que se deja manejar por sinvergüenzas.
Cada vez que esto ocurra, salid al aguacero. Se ruega encarecidamente dejar el paraguas en casa, es muy saludable calarse de versos hasta los huesos.
Dice una vieja leyenda que cuando un niño deja de ser niño, en algún bosque muere un Hada. Cuando muere un poeta, las Hadas hacen un altar con sus versos en las almas que le son propicias para que vivan en ellas eternamente.

El poeta es aquel que pone su tiempo, su vida y sus sueños  a disposición de la POESÍA,  que no es otra cosa que el arte de “vivir en los pronombres”.

Mª José Vergel Vega

miércoles, 19 de marzo de 2014

Los elefantes de la noche

Para mi padre, a quien echo de menos cada día , cuyo  recuerdo habitará Dauseda por años sin término.




Supe que algo ocurriría aquella tarde en que yo apacentaba elefantes,  en la trastienda en sombra de mis ojos.
Tú me hablabas de la lluvia. Yo pasaba revista a los lugares en los que alguna vez estuviste.
Toda la noche oímos caer la lluvia. Entonces supe que te marcharías.
Me dejaste asomada al castillo de las dudas. En vano quise arrojar los restos del miedo desde las torres más altas.
Ni rastro había de luna en el cielo. Y la noche fue una larga lágrima prendida en la frente de los elefantes.
Luego vinieron los días sin tí, aquel preludio del verano, que en vano esperé que maduraran  las cerezas.
De repente, Junio fue Enero ,y se puso a escribir versos tristes en la boca de las grutas donde dejo hablar al viento.
La sangre blanca de los niños ha vuelto a correr ladera abajo, aunque hace días que no nos visita la lluvia.
No te preocupes, he comprendido que a los muertos los guarda la tierra y que un enjambre de grillos palpita dentro de tu calavera. Pero no me acostumbro a llevar miles de algas enredadas en el pelo, y a que mi corazón anfibio se niegue a beberse de un trago la copa amarga de esta larga noche.
Y de sobra sé, que ya ningún Junio hará que maduren las cerezas.

Mª José Vergel Vega



domingo, 16 de marzo de 2014

miércoles, 12 de marzo de 2014

El alma de Gepetto

Fachada de una librería en Urueña (Valladolid)
Hubo una vez un carpintero tan lleno de bondad que, un buen día, puso su alma en un muñeco de madera…
Como había sido creado con tanto amor, un Hada Buena sembró en su pecho una semilla de luz, de la que brotó un corazón de verdad…
El pequeño Pinocho, despertó a un nuevo mundo…pero ¡jopetas, todo era demasiado complicado!
Y como no tenía mucha experiencia, y se dejaba llevar  por los malos consejos, a veces, ¡le crecía la nariz! ¡Qué le vamos a hacer…traía ese defectillo de fábrica!
¿Queréis que os confiese un secreto? ¡Pero… me tenéis que prometer que no se lo diréis a nadie!
Pues…cuando era pequeña, cada vez que decía alguna mentirijilla me tocaba la nariz…por si acaso…porque mi abuela, que es muy sabia, me contaba que a veces, los cuentos se hacen realidad, igual que los  sueños…


Mª José Vergel Vega



sábado, 8 de marzo de 2014

Rosalía y yo, una historia para este 8 de Marzo.

Hoy he vuelto a recordar a Rosalía. Era  la hora de la siesta hace ya muchos años, orillas del Alagón. Con la Casa de las Sirenas por testigo, una niña tiene una  guitarra entre las manos y un libro de versos de Rosalía en el regazo.
Foto cogida de Intenet.

Rosalía, la "hija del mar" nació en 1837 en una casa abandonada en Camiño Novo, antigua vía de entrada a Santiago de Compostela para los viajeros procedentes de Pontevedra. Su madre, Teresa de Castro, perteneciente a la nobleza gallega tuvo que parirla a escondidas porque era hija natural de un cura. Cuando Rosalía cumplió los diez años, Teresa se puso el mundo por montera y se instaló con la niña en santiago de Compostela. Quería darle a su hija una educación decente. Gracias a la valentía de su madre, Rosalía pudo estudiar francés, pintura y música y hasta cuentan que fue una teatrera estupenda.
La oprimía el ambiente de un Santiago rígido, "cementerio de vivos", que no le perdonaba ser hija natural y que hizo asentarse en ella un sentimiento de culpa y de vergüenza.
Por asuntos personales tuvo que marchar a Madrid. Le gustó tanto poder pasar desapercibida que se quedó un tiempo en aquella urbe que la hacía olvidar que a los ojos de los hombres era hija del pecado. Allí conoció al que sería su marido, Manuel Murguía, uno de los mayores impulsores del Rexurdimento Galego. 
Se enamoraron y se casaron , es lo que tiene Cupido cuando se decide a disparar alguna de sus flechas. Manuel permitió que su mujer escribiera , eso sí, la casa y los hijos eran responsabilidad de Rosalía. Cuando en alguna ocasión le preguntaban a Manuel por las mujeres y por la suya en concreto, venía a decir : que como la violeta, la mujer, cuanto más escondida se tiene tanto mejor es el perfume que exhala y algo tan duro como que la vida de una mujer tiene dos fechas señaladas: la de su nacimiento y la de su muerte, lo que queda entre ambas sólo incumbe a su familia. Será por eso que decía Rosalía que "los hombres, casi siempre, ocasionan problemas".
Para muchos estudiosos, Rosalía inaugura la historia contemporánea de Galicia. Era culta, ilustrada, valiente. Su razón fundamental para escribir era reivindicarse como persona. Ella quería que a las mujeres de su época se les permitiera expresar lo que sabían y lo que sentían. Y siguió escribiendo aunque no se lo pusieron nada fácil; cuando pasaba por la calle los corrillos de intransigentes la llamaban "bachillera", sabelotodo, orgullosa, loca... A ella no le importó y siguió denunciando la situación de la mujer, su eterna condición de esclava, las supersticiones en las que creía como en la Biblia el pueblo gallego, el desajuste entre lo masculino y lo femenino.
Y aunque nunca nos lo hayan explicado en las aulas, fue una feminista convencida, una mujer luchadora que estuvo en contacto con las teorías del Socialismo Utópico y con los estudiantes revolucionarios de Santiago. Ella defendió la identidad gallega como  nadie, poniéndose al lado de los más débiles y reivindicando en sus vcersos que la tierra debiera ser  para quien la trabaja.
Esta faceta de Rosalía en pie de lucha para que a  la mujer se la dotara de la dignidad que no tenía es tan importante como la de la poetisa melancólica, misteriosa y de espíritu céltico que nos legó unos versos en los que la vida y la muerte aparecen amarradas de tal manera que no se sabe quién es quién...
La vida y la muerte...el Mar, que es madre y muerte y vida y dolor y amor y paraíso perdido...

Cuentan que cuando se sintió enferma pidió a su familia que la llevaran por última vez a ver el mar. Todos los días, a pesar de su enfermedad, paseba por la playa de Carril de manera incansable.
Vestida de mar regresó a Santiago para morir. Dicen que cuando sintió que Caronte la aguardaba para llevarla al último destino, pidió a su hija Alejandra que le abriera de par en par la ventana y que le colocara entre las manos un ramito de pensamientos . Fue lo único que necesitó para emprender el último viaje.

Hoy, Dauseda y Santiago estuvieron conectados por los versos de Rosalía. En esta Dauseda melancólica  ya no suenan las campanas en la iglesia derruida, en la que siguen haciéndose fuertes una pareja de cigüeñas ; pero  si cierro los ojos   puedo escuchar los sonidos que  una niña consigue arrancar  , con dificultad,  a las cuerdas de una guitarra al tiempo que recita en gallego unos versos de Follas Novas.








 El poema en la voz de Luz Casal y la música de Carlos Núñez es una auténtica maravilla. 

miércoles, 5 de marzo de 2014

La otra Blancanieves

" Los cuentos hipnotizan porque acercan el mundo a los ojos.
 Es la primera mirada, la de la sorpresa, la del no sé qué se guarda...
 (Federico Martín Nebrás)


Los cuentos nos sirven para no perder la conexión con la infancia. Éstos que iré publicando los regalé a una niña el día de su Primera Comunión. Su mamá quiso ponerlos entre las flores que adornaban las mesas ese día tan especial para Loles.




Ahora sé que cuando uno es hermoso por dentro, se nota por fuera. Me lo dijo una vez un espejo que encontré en el desván de la abuela.Tras la tela que habían  bordado las arañas, noté que unos ojos  me observaban. Limpié el espejo con la manga… ¡creo que la araña se enfadó!Desde el interior del espejo, escuché una voz que me decía:

Si alguna vez vas al bosque, seguro que encuentras una casita pequeña, y puede que al entrar siete seres pequeñitos estén esperándote…”
_¡Hola!, ¿Hay alguien ahí?, pregunté curiosa…

Blancanieves me contó que sí que existen los príncipes azules y que , a veces, las historias de los cuentos se hacen realidad……y me contó también que un día, la Madrastra, cansada de volar en su escoba, se dio cuenta de lo aburrido que es ser mala…y que al mirarse en este mismo espejo mágico, que ahora sirve de casa a las arañas, se vio convertida en una ancianita bondadosa que cuenta hermosas historias a los niños, que como Loles o como yo misma, pasean alguna vez por los desvanes encantados de las abuelas…


Mª José Vergel Vega

martes, 4 de marzo de 2014

domingo, 2 de marzo de 2014

Las mandarinas de Dauseda

Mi buceo particular en la intrahistoria de los miércoles, se lo dedico hoy a un hombre sencillo y bueno de mi pueblo, “Tío Venancio”. Él me contó la historia que a continuación voy a compartir con vosotros. Tío Venancio entornaba los ojos mientras expresaba lo mucho que ha cambiado la vida, cómo antes se apreciaban las cosas, cómo todo se compartía, cómo las casas estaban abiertas de par en par para aquel que necesitara de nosotros. Y tiene toda la razón, ahora nos miramos con recelo, la envidia sobrevuela como moscardón , lo hacemos todo para nuestro provecho,  sin pensar en que pueda sufrir el que tenemos al lado. Es verdad, tío Venancio, yo también me barrunto que algo feo, muy feo, está pasando; no confiamos los unos en los otros y eso, palabra de Julia, que no me gusta ni zarrampiu .


Esto que voy a contaros  me sucedió hace unos días. De regreso a casa, me sorprendí más de una vez pensando en lo que aquel buen hombre me había contado, mientras esperaba para entrar al médico.
¡Qué cosas tiene tío Venancio!, me repetía yo a mí misma.
No me ví la cara, pero seguro que llevaba dibujada una sonrisa bobalicona, esa que nos sale cuando vamos pensando en otra cosa, y nuestros pies caminan como si pisaran estrellas, que digo yo.

Tío Venancio, me había hecho pensar en la cantidad de pequeñas cosas que bastan para hacernos felices cada día. Me regaló uno de sus recuerdos y yo, agradecida, lo deposité dentro de mi vieja caja de galletas, en ella estará a salvo de los embates del tiempo traicionero  y de la memoria , que a veces da bandazos. En el vientre de esa caja, que huele a galletas María,  podrá encontrarlo mi hermana, protagonista de esta historia.
Pues…esto era de saber que hubo un tiempo en que todos éramos muy felices en una casa en medio del campo, en el mismo corazón de Dauseda. Dicen que tío Venancio estaba con papá Leandro preparando la tierra para la próxima siembra. Cuando llegó la hora de comer el “cacho pan”, ambos se sentaron en el portal a reponer fuerzas.
Cuentan también que, en el momento en que tío Venancio fue a comerse la fruta, una niña de grandes ojos y pelo rizado, apareció por allí y se quedó tan embelesada mirando las mandarinas que iban a servirle de postre, que el buen hombre le dijo a la criatura:
-¿Quierih una , bonita?
Sigue la historia contándonos que aquella niña hizo un gracioso mohín, inclinó la cabeza hacia un lado y contestó:
-¡Buenu!


Cautivado debió quedarse el bueno de tío Venancio, viendo con qué sazón se comía aquel diminuto ser la apetecible fruta, y no pudo por menos que preguntar:
-¿T,a guhtau, bonita?
Llegados a este punto, el cronista se queda un momento en suspenso, creemos que en solidaridad con aquella linda niña que, al parecer, entornó los ojos, sonrió con dulce sonrisa y después de morderse el labio inferior, espetó:
-¡Condeliriu!
¡Bendita expresión ésta que me refirió el cuentista! ¡Condeliriu!, así, todo junto, porque en este pueblo nuestro, la expresión llega de un golpe a la boca; y de un golpe ha de salir. Porque de un golpe se expresa el delirio, la delectación con la que una niña de pocos años manifestaba su agradecimiento, sin medida, ante el regalo de aquel manjar que a día de hoy pudiera parecernos tan simple.
Esto sucedió hace ya algunos años, pues el cronista no lo precisa con exactitud,. Fue en el mismo corazón de Dauseda, cuando aún las mandarinas eran frutas mágicas que despertaban el deseo de los niños.
Mª José Vergel Vega.

(Artículo publicado el 19 de Septiembre de 2012 en Torrejoncillo Todo Noticias)

sábado, 1 de marzo de 2014