miércoles, 20 de mayo de 2015

Cómicos y leguas


Cada vez que  nos metemos en campaña, me viene a la mente la figura de aquel Señor Cayo delibiano cuyo voto se disputaban los políticos de unos colores y otros.
Cuando estos maestros de la oratoria entran de verdad en harina, y estamos en época de ello, les da por “arremangarse” y hacer cosas que ni en sueños  hubieran imaginado verse  en tales bretes. Y como deben pensar que  el refranero, amén de ser sabio, da buenos consejos, pues allí donde van nuestros políticos de la legua , muy cómicos ellos, hacen lo que ven. Así que, ya sea por seguir los cánones de la buena educación o por colgarse la medalla al candidato más guay, lo que es cierto es que los aspirantes a alcaldables, diputables, presidentables…se ponen el mandil y lo mismo te limpian un pescado, que plantan el árbol que jamás habían plantado, que te cantan en inglés chulapo la mismísima verbena de la paloma, oiga. Hay incluso quien se atreve a marcarse un rap o una rumbita catalana que te alegran la vida de tal manera que luego no sabes ni a quien votas, y qué me dicen de ese candidato que regala condones con su carita con el consiguiente dilema de me lo pongo o no me lo pongo, para que luego digan que los políticos no nos hacen pensar.
Y, por supuesto, lo mejor de lo mejor, son los shows televisivos, cualquier político inteligente no declina la invitación a pasar por el programa de moda entre los de su clase, El Hormiguero.  Visto lo visto, deben pensar que quien no pase por el programa de Motos lo tiene crudo para que la gente lo vote.
Resumiendo, que hacen tantas cosas, se muestran tan desinhibidos, que ya hasta Don Mariano, nuestro plasmático presidente, se anima a contar chistes y a montar en bici con corbata que se me antoja el súmmum entre todos los  súmmum. Yo, aquí desde mi apartada orilla en esta isla desierta donde hasta las cotillas de las caracolas me han traido sus chismes, que ya les vale, les aviso de lo que puede pasar, pues la temporada de verano está al caer y con estas cosas ya han abierto ustedes la veda para que cualquier Dj de poca monta se fabrique un rebujito y con tanto caloret nos  ofrezca bien fresquitas sus sandeces en la verbena de turno y venga a danzar como locos.

lunes, 18 de mayo de 2015

martes, 12 de mayo de 2015

Tan callando...

Detalle de la portada de "Los enamoramientos". Foto Internet.

Cada día nos levantamos con noticias asesinas. Desayunamos, comemos, cenamos y vamos de unos asuntos a otros, haciendo como si tales cosas no nos importaran lo más mínimo. Hay que vivir, decimos, y cada cual se incorpora a su rutina diaria como si la cosa, verdadera y desgraciadamente, no fuera con nosotros.
Muertes, guerras, catástrofes, incluso escenas cotidianas amables o hermosas historias de amor, nada nos inmuta. Es el pan nuestro de cada día, decimos mientras apagamos la tele, cambiamos la emisora en la radio o damos carpetazo al periódico, y a otra cosa. No me cansaré de decirlo: tenemos anestesiado el sentimiento: "Se convive sin problemas con mil misterios irresueltos que nos ocupan diez minutos por la mañana y a continuación se olvidan sin dejarnos escozor ni rastro...Necesitamos sentirnos supervivientes e inmortales a diario, por contraste, así que cuéntennos atrocidades distintas, porque las de ayer ya las hemos gastado".
Siempre me he preguntado por qué tenemos tanto miedo a la muerte, no entiendo el desconcierto que nos produce pensar en ella, cuando sabemos que forma parte de nuestro equipaje para la vida . ¿Por qué la llamamos fatalidad? ¿Acaso no es lo más natural del mundo que el vivir desemboque en el morir?  Deberíamos estar preparados para asumirla de manera natural, pero preferimos pensar que la vida se va a estirar eternamente.
Particularmente, no me obsesiona la muerte como tal, pero sí me pregunto qué nos rondará por el corazón y por la cabeza en los alrededores de la muerte, ¿acaso pensaremos en nosotros o tal vez en aquellos que dejamos aquí?Tengo grabada en mi cabeza una frase que escuché a una mujer que acababa de perder a su marido de repente. A la hora de ir a enterrarlo, ella sólo repetía con voz de niña que su marido no podía quedarse allí porque hacía mucho frío.
Eso es lo que me martillea las sienes: que los muertos se quedan solos y que al lugar donde van hace mucho frío.

domingo, 3 de mayo de 2015

Mamás

Montaje de Lorena Cabello Vergel

Las mamás ponen en marcha la mecánica de la vida.
No hay fruto más perfecto que el que madura dentro del vientre de las madres.
Las mamás son árboles de hoja perenne, incluso cuando no están, nos siguen dando cobijo.
No hay cosa que te llene más de calma que sentarse a la sombra de una madre.
Las madres huelen a pan de pueblo, a flores del campo.
Las madres tienen sonrisas imborrables.
Las manos de las madres saben de la paciencia, de la calma, del trabajo bien hecho, de las caricias en el momento apropiado. Seríamos capaz de reconocer entre un millón las manos de nuestra madre.
Las madres son enemigas del hombre del tiempo, nadie como ellas para desbaratar ciclones, para hacer que escampe cuando  el aguacero persiste en calarte el alma.
Las madres no duermen, acechan. Una madre está siempre alerta y te avisa de todo: Te lo dije, hace tiempo que tienes una gotera de pena justo encima de tu cabeza…
Si las madres del mundo se unieran , el mundo no andaría tan loco.

Hay tantos tipos de mamás como puedas imaginar: hay mamás rubias, morenas, pelirrojas, las hay incluso que peinan canas y se ven hermosas. Unas mamás son altas, otras bajitas, unas hablan mucho, otras son las reinas del silencio…y todas tienen dos brazos para arreglarte el día con abracitos apretaos, tantos como sean necesarios…y llevan con ellas una fábrica de besos, porque las mamás tienen una boca que besa como ninguna…

Mª José Vergel Vega