jueves, 21 de julio de 2016

Pájaros en la cabeza


El verano es también tiempo de reencuentros con lecturas que nos llevan a las puertas de un tiempo azul y despreocupado.
Cada vez estoy más convencida de que somos en gran medida aquello que leemos.
Hay libros que están irremisiblemente ligados a una época de nuestras vidas y volver a tenerlos en nuestras manos es tener el coraje de revivir aquello que nos resultó placentero, desoyendo las voces que nos advierten que no debiéramos tratar de volver a los lugares en los que fuimos felices.
Escribo en mi Cuaderno de Hadas que desde que Alfanhuí puso su mundo en mis manos, sé que las abuelas tienen cintura de almendro, y que los desvanes en los que crecimos “están llenos de sueños”. De hecho, si hoy escribo historias, es gracias a los desvanes y alacenas oscuras donde vivían ratones y culebras, aliados de los mayores, con los que nos asustaban cuando nos tomábamos la justicia por nuestras manos inocentes. Hoy esbozo una sonrisa al recordarlo, porque difícilmente pueden convivir ratones y culebras en un cuarto cerrado, ya que las segundas darían buena cuenta de los primeros, pero no es menester decir que los pocos años nos eximían de saber ciertas cosas.
Alfanhuí sabe de la importancia de las palabras y de los colores. Desde muy niño supo que el fuego es capaz de encender miles de historias.
Guardo mi Cuaderno en la mochila y me dispongo a emprender el camino de la mano sabia de Alfanhuí. Soy una mendiga cubierta con los harapos del tiempo…y el grito de los alcaravanes se estrella contra las colinas somnolientas de mi alma: ¡Al-fan-huí…al-fan-huí… En uno de los bolsillos remendados palpo, de vez en cuando, una culebra de plata para las noches sin luna.
Se van marchando las tardes estivales mordiendo con gula las esquinas de la memoria. Digo: ¡Al-fan-huí! y viene a mí un tiempo de risas y llantos, de sentimientos subidos a una noria descontrolada, en que íbamos y veníamos alocados por los pasillos del instituto entre la tabla periódica de los elementos, las declinaciones latinas, mi odio declarado a las matemáticas y el cruce nervioso con unos ojos especiales antes de entrar en clase.

domingo, 17 de julio de 2016

Los peces del frío

Foto de Lorena Cabello Vergel

Nunca me dejaron ser caracola, en la que encerrar para siempre las letras de tu nombre.
Lo nuestro fue  un amor a destiempo que tejió sus hilos entre los charquitos en los que iban ahogándose los besos.

 Una vez estuve llena de sueños que iban y venían en las alas de las mariposas.
¡Ahí va la loca- decían- a la que una vez prometieron la luna, la que escondía versos en los bolsillos rotos!

A duras penas, la vida, sigue  rodando entre las piedras.

Cuando cae la noche y te recuerdo,  hay peces de frío bogando entre las nubes.


Mª José Vergel Vega


jueves, 7 de julio de 2016

El agua que nos lleva

Dibujo de Juli Cabello Vergel
Os dejo el relato que el jurado del  III Concurso de Relatos Encadenados organizado por la Plataforma de Radios Escolares de Extremadura- Radio Edu, ha tenido a bien declarar ganador en la categoría libre. Lo mejor de todo ha sido reencontrarme de nuevo con el buen hacer de tanta gente buena como hay en el IESO "Vía Dalmacia", al que siempre consideraré mi casa.



Lo había intentado en más de una ocasión, pero era superior a sus fuerzas. Siempre volvía a martillazos, sordos y continuos, aquella noche de elefantes en que navegaron aguas arriba.
Incesante, el hilo de voz con que él quería aferrarse a la vida, gota a gota, le taladraba las sienes: “Ésta es el agua que nos lleva”.
No pudo hacer otra cosa que dejarse ir con la corriente, asido de su mano. Ante sus ojos, la caravana de elefantes amarillos continuaba su periplo hacia ninguna parte.
Nada fue igual a partir de aquella noche. Sin saber cómo, anda a cada rato con su nombre mordido entre los labios, apartando a manotazos los recuerdos que, como algas resecas le nublan los ojos.
Quizá tras el invierno cese la lluvia y él regrese de nuevo al mundo de los vivos y con sus manos de titán moldee , para los dos, una nueva tierra.


 Mª José Vergel Vega