viernes, 10 de octubre de 2014

Dulce introducción al Otoño

Foto Internet

 El otoño, sin darnos cuenta, se va colando sigiloso en nuestras vidas. Nos vamos poniendo íntimos y acaba atrapándonos en su melancolía.
El otoño terminará por destapar los versos como quien destapa un regalo hermosamente envuelto.  Nos hará indagar dentro de nosotros, justo en ese rinconcito en que tenemos acomodada el alma, para buscar nuevas presencias, nuevos lugares…
Llegará el otoño con sabor a dulce de membrillo, hecho a fuego lento por manos amorosas…Aquí, entre nosotros, yo siempre le pongo un pellizco de canela, mientras espero paciente la llegada de esas otras manos que entienden de lecturas, manos que te leen lo mismo que un libro, manos como las de Sabines: “Tú eres como mi casa, /eres como mi muerte, amor mío”
El otoño del que hablo sabe de conjuros para despertar a los rapsodas, para soñar que en lo profundo de este tiempo se está gestando ya la primavera. Él hará sonar el cálamo y dará voz al poeta que encuentra en la caída de las hojas una nueva razón para seguir lo que dictan sus versos.
El otoño del que hablo nos llenará de ausencias y nos enviará labios para lamernos las heridas…porque él es amigo de un viento caprichoso que nos trae y nos lleva.
Y has de saber que  de nada te servirá resistirte.
 Abandónate y gime tu queja más dulce, igual que esa hoja que , confiada, se desprende de la rama buscando la amorosa caricia de la tierra, porque ha comprendido que se muere para poder vivir de nuevo.

Mª José Vergel Vega



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