miércoles, 12 de julio de 2017

O céu de Lisboa


De vez en cuando, me gusta perder la cuenta de los días y atesorar la ternura de las gotas de lluvia en el frasco transparente de los recuerdos.
Me miro las manos, conectadas al corazón,  y siento que guardan la dicha de esos días.
La vida se compone de momentos, las más de las veces complicados, de digestión difícil. Pero hay veces, que la vida te besa dulcemente en la boca y tocas el cielo.
Cristo Rei puso a mi alcance el cielo de Lisboa. Todo se detuvo. Sientes que flotas, que vuelas, y te dejas llevar confiada por el viento…y manos invisibles te acarician y te dejas besar por todas las bocas dispuestas a dar besos.
El cielo de Lisboa huele a canela y al canto de las campanas en Alfama. Alfama… Las campanas en Lisboa suenan diferentes…alguien dijo escuchar sones de fado…¡tenía tan verdes los ojos…!
Y, entonces, te das cuenta de que existe la primavera, y vuelas…y vuelas… y eres también ese velero de velas blancas que surca el Tajo, inmenso, dejándose llevar por el arrebato caprichoso del viento…
Cierro los ojos,¡ y es tan mío el cielo de Lisboa!
Abro los brazos y dispongo mi corazón para que todo lo que estoy sintiendo quede adherido a su latido.