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Montaje de Lorena Cabello Vergel |
Las mamás ponen en marcha la
mecánica de la vida.
No hay fruto más perfecto
que el que madura dentro del vientre de las madres.
Las mamás son árboles de
hoja perenne, incluso cuando no están, nos siguen dando cobijo.
No hay cosa que te llene más
de calma que sentarse a la sombra de una madre.
Las madres huelen a pan de
pueblo, a flores del campo.
Las madres tienen sonrisas
imborrables.
Las manos de las madres
saben de la paciencia, de la calma, del trabajo bien hecho, de las caricias en
el momento apropiado. Seríamos capaz de reconocer entre un millón las manos de
nuestra madre.
Las madres son enemigas del
hombre del tiempo, nadie como ellas para desbaratar ciclones, para hacer que
escampe cuando el aguacero persiste en
calarte el alma.
Las madres no duermen,
acechan. Una madre está siempre alerta y te avisa de todo: Te lo dije, hace
tiempo que tienes una gotera de pena justo encima de tu cabeza…
Si las madres del mundo se
unieran , el mundo no andaría tan loco.
Hay tantos tipos de mamás
como puedas imaginar: hay mamás rubias, morenas, pelirrojas, las hay incluso
que peinan canas y se ven hermosas. Unas mamás son altas, otras bajitas, unas
hablan mucho, otras son las reinas del silencio…y todas tienen dos brazos para
arreglarte el día con abracitos apretaos, tantos como sean necesarios…y llevan con ellas una fábrica de besos,
porque las mamás tienen una boca que besa como ninguna…
Mª José Vergel Vega
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