domingo, 28 de julio de 2019

LUNA ROJA




Un mensaje iluminó la pantalla de su móvil: “Es ahora o nunca”.
Era la señal convenida. Se desnudó con parsimonia y se puso el pijama que guardaba para las ocasiones especiales. Colocó el traje gris de oficinista en el galán de noche. Abrió de par en par la ventana para que entrara el relente. Dispuso encima de la mesilla el vaso de leche tibia, la cápsula y el diario abierto por la página del día. Contestó al mensaje del móvil con un escueto: “Ok. Amor.” Dejó las zapatillas perfectamente alienadas y se acostó.
Puso la cápsula en la lengua y apuró a pequeños sorbos el vaso de leche. Al tiempo que arreglaba el embozo, pensaba que aquella noche dormiría como si no hubiera un mañana. Se persignó tres veces y cerró los ojos.
Un nuevo mensaje iluminó la pantalla del móvil: “Dulces sueños, amor.”
Para entonces, la luna roja que anunciaron en todos los telediarios, ya se había desangrado sobre la cama.
Mª José Vergel Vega

sábado, 13 de abril de 2019

Elogio de la palabra


Os dejo el "Elogio de la palabra" que escribí para el acto de presentación del nuevo trabajo de investigación histórica (Torrejoncillo. De los orígenes al siglo XVI)  realizado por el profesor y cronista de Torrejoncillo, Antonio Alviz Serrano. Gracias, querido profesor, por contar con mi humilde aportación. 

Foto de Alba Hernández Alviz


“La historia…testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, testigo de la antigüedad” (Cicerón)

Buenas noches. Se me antoja que Abril es un mes hermoso para acoger una nueva criatura en nuestro regazo lector. Y a eso se nos ha convocado aquí esta noche, a dar la bienvenida a un pedacito importante de nuestra historia, a re-cordar, a volver a pasar por el corazón lo que sucedió hace ya tantas lunas. Así pues, muchas gracias por asistir y que sea con vosotros la palabra.

Decía  A. Bioy Casares que “Escribir es agregar un cuarto a  la casa de la vida”. Y así es, palabra a palabra se va construyendo la casa,  el templo de lo que fuimos, de lo que hoy somos y de lo que en ciernes seremos un día. Pasado, presente y futuro en sutil armonía para que nunca perdamos la senda de nuestro ser y nuestro estar en el mundo. La palabra nos ancla al mundo.

Dichosos, pues,  los que poseen el don de la palabra y lo esparcen como semilla que hará germinar  a la tierra, y dichosos los que en un acto de amor y valentía  recogemos  con ternura su cosecha  porque sabemos que jamás nos sentiremos vacíos. La palabra nos habita.

Se escribe, indudablemente,  porque se tiene algo que decir, porque algo muy fuerte se abre paso entre lo que sentimos y las ganas de decirlo, aunque sea con un cierto y necesario pudor, entre lo que pensamos y la desolación del papel en blanco. Se escribe por la premura de  calmar nuestra conciencia y la conciencia del que nos lee; otras veces, es verdad, se escribe para causar un maremoto en el náufrago que acude sediento al libro, y quizá no encuentre del todo la isla desierta que buscaba. Se escribe para remover conciencias. Sea como fuere,  se escribe para reafirmarse en el mundo, para reparar los  desconchones que tienen la mala costumbre de aparecer y reaparecer cada día. Las palabras tienen entonces  brazos  de madre que nos abrigan en momentos de desconcierto y nos resguardan contra la apatía y la desidia.

Un libro es un lugar al que volver en casos de necesidad, leve o extrema. Los libros deberían de estar  en el centro de nuestro paraíso emocional. Si observamos bien, en cualquier rinconcito de lo que somos nos revolotea una palabra, nos recorre el temblor de una historia leída o contada.

La palabra es la herramienta más perfecta de la que disponemos los humanos para cincelar sueños e ilusiones, para conjurar miedos y  transitar caminos inciertos. La palabra, si volvemos la mirada a Platón,  es conocimiento, memoria, alma, tiempo y espacio, historia que se pone en pie y camina entre nosotros. La palabra nos lega el don precioso del lenguaje. La palabra nos humaniza.

martes, 2 de abril de 2019

Sueño con serpientes

Perseo y Medusa. Benvenuto Cellini (1500-1571)


Dicen que siempre fueron más bellos los ángeles exterminadores. Un viento azul del norte no ha dejado de soplar en mi costado y a estas alturas de la tarde me siento ángel caído, vencido y cándido.
Encierro en mi Cuaderno la  certeza de que mi pensamiento va de lo que escribo a tus ojos y a tu rubia cabellera mecida por otro viento más amable y siento que hay éxodos que duran toda la vida y quizá el camino no dé para tanto.
Lo cierto es que para nadie es ya un secreto que estoy de un triste superlativo y que las musas tomaron por costumbre dormir en los jardines ajenos. Quizá por eso las palabras que escribo hieren mi cuerpo como zarza que engulle el camino.
La realidad hace tiempo que adquirió el hábito de darse de bruces contra el deseo y el choque deja en el ambiente un olor a uvas agrias que fermentan en la tinaja de la noche.
Lo cierto es que me cansa todo lo que doy por cierto y no sé a ton de qué bebo tan despacio el veneno que me ofrece la esquiva de tu boca.
Entre sorbo y sorbo , el veneno requiere ser paciente, suelo aprovechar las noches de verano para darme a la alquimia de guardar en frascos chiquitos el aroma de vidas, verdaderas o inventadas, que fueron y que aún son capaces de perfumarme el alma.
En uno de esos frascos guardo la huida de Jacob y Raquel , con sólo su amor a cuestas, hacia el destierro que les imponen unos Reyes poderosos y la intolerancia de sus vecinos, cristianos viejos. Cuando lo destapo, se extiende por el aire un perfume a manzanas con miel y si acerco mi oreja escucho el eco del  Ambroz, como un torrente de agua que duele y que taladra el corazón.
Escribo que siempre hay alguien que se marcha de algún lugar querido como pago a las ínfulas de algún poderoso y que en todos los éxodos al que verdaderamente destierran es al corazón.
Cuando la noche se pone íntima me despojo de los vestidos del día y guardo, en un frasquito diminuto,  los rayos de luna que quedan pegados a mi cuerpo.

viernes, 22 de marzo de 2019

Piratas de los versos

Imagen Internet

Es lo que tiene leer como "locas de los versos" la "Canción del pirata" de Espronceda, que tanto juego sigue dando a la hora de enganchar a esto de la poesía.
La alfombra de los cuentos se convirtió en un mar embravecido, y los piratas-poetas  brotaron por doquier, batiendo sus plumas, retándose a versos.
El combate fue fiero y enconado, las plumas no tuvieron descanso. Al final, el combate lo ganó la POESÍA, como no podía ser de otra manera.
Os dejo el poema que escribieron mis piratas de los versos.



La poesía es MÚSICA.
La poesía es SILENCIO.
La poesía es ALEGRÍA.
La poesía es JUEGO.

La poesía es CALMA.
La poesía es PENSAMIENTO.
La poesía es RISA.
La poesía es LAMENTO.

La poesía es SUEÑO.
La poesía es CANTO.
La poesía es VIAJE.
La poesía es LLANTO.

La poesía es LECTURA.
La poesía es FELICIDAD.
La poesía es EMOCIÓN.
La poesía es PAZ.


Mª José Vergel Vega

sábado, 2 de febrero de 2019

Por unos limones de nada

Foto de Martina Rodríguez


Son las pequeñas cosas las que pueden cambiar el mundo a la deriva. Yo me lo repito como un mantra cada día.
Estas palabras, que ahora escribo desde la inmediatez del sentimiento, tienen música de adagio. Lo que quisieran reflejar no es otra cosa, que el temblor que este sencillo acto provocó en mi corazón y en el corazón de Julia.
Si la vida te da limones, regala alegría a los demás.
La puerta de la casa de Tati se ha llenado de cestos de limones, cogidos con mimo, expuestos ante nuestros ojos para nuestro regalo, como una ofrenda de  amor hacia sus vecinos. Limones que nos remueven las tripas y nos hacen sentirnos humanos, para saber que aún no es demasiado tarde, que aún somos uno con el mundo, que tenemos el alma pespunteada de buenos sentimientos.
Unas simples cestas de limones, nos activan el resorte que nos permite cambiar la perspectiva desde la que vemos el mundo.
Me emociona el gesto de Tati que cogió esas frutas entre sus manos. Me emociona que nos las ofrezca como don de PAZ.

viernes, 25 de enero de 2019

El pequeño timonel


Hoy convocamos a la "Fabricante de Sueños" a la alfombra de los cuentos, allá donde ocurren los prodigios.

Contamos la historia de una estrellita solitaria que vivía triste y aburrida en medio del desierto, sin un amigo a quien llevarse a los brazos. Estrellita consiguió, con la ayuda de unos amigos que fue encontrando por el camino, llegar a una fábrica muy especial, donde el sueño de un mundo lleno de aleteos de mariposas de colores y de ríos de alegría apareció ante sus ojos.

Mis niños también compartieron con la Fabricante de Sueños sus pequeños-grandes anhelos de infantes. Unos pidieron muñecas-amigas que los acompañaran a todos lados, escalar  montañas de slime , pistolas para disparar palabras hermosas, dar un lindo paseo con su familia por ese mundo que Estrellita, Flor y Dragón habían recreado confiando los unos en los otros.

martes, 1 de enero de 2019

Paraíso en la tierra



Hoy me calcé las botas de andar la tierra y salí con Zazú a esperar el día. Sus ojos son una fiesta al encontrarse con lobo, un perrito por el que bebe los vientos. Después de recibir ambos la dosis de caricias y arrumacos correspondientes, seguimos nuestro camino, no sin antes mirar hacia atrás varias veces  porque  siempre el encuentro se les hace corto.
Entre las sábanas tendidas de la bruma , la tierra se me antoja un cementerio de árboles desnudos que se recortan en el rosado del firmamento.
El día se va desperezando y comienza a deshacerse del abrazo atosigante de la niebla.
En el Prado del Palomar, lloran los corderos acaparando la atención de sus madres. Momentos después, el campo es una fiesta: el llanto ha surtido efecto, y los impolutos borreguitos tiran gozosos de las ubres de sus madres llenando sus boquitas con el líquido tibio, que les hace más llevadero el frío de la mañana.
-El que no llora, no mama- le digo a Zazú, que me mira moviendo la cola, como si hubiera entendido lo que acabo de confiarle. Sacude las orejas y tira de mí con insistencia camino de la Ribera.