No hay mayor dicha que la que transmiten las almas cuando están conectadas. Entonces, la vida es tan dulce que desearías detener el tiempo. Hace algunos años , ¡ay que ver cómo pasa la vida!, escribí este "Tiempo de manzanas", cuya principal protagonista es Victoria Rodrigo. Hoy quiero compartirlo con todos cuantos aparecen en la foto y alguno más que no estaba físicamente, pero sí en el pensamiento. Ójala nuestra vida sea larga y podamos compartir muchos momentos como el vivido el sábado en El Palancar.
Para Victoria, que nos enseñó el
camino hacia ese tiempo de manzanas…
Hay una mariposa blanca revoloteando
sobre la tapa oxidada de mi caja de galletas.
Cada vez que pasa esto, ya lo tengo
comprobado, es que alguno de los recuerdos que vive dentro de ella, anda
queriendo decirme algo.
“Las
mariposas blancas, sólo pueden traerte buenas noticias, ese es su trabajo”
Por eso, antes de nada, me he
dispuesto a recrear la liturgia de abrir mi caja de galletas: la he calentado
un ratito contra mi pecho; después, muy despacio, la he abierto y he mirado
lentamente en el interior…un recuerdo malva y blanco se ha desperezado.
¡Hoy mi caja de galletas huele a
manzanas!
No sabría deciros, perdonad mi
ignorancia, de qué tipo son las manzanas que invisiblemente perfuman mi caja de
galletas: las hay amarillas, verdes, rojas, moteadas, ácidas, dulces,
crujientes…arenosas….
Todas esas manzanas conforman un
tiempo que ha tomado posesión de mi caja de galletas.
Un tiempo de sonrisas, de trabajo que
dignifica; de desvelos en mitad de la
noche, o en mitad del día…porque también los días se nos desvelan.
Hubo un tiempo de manzanas en que te
diste y nos dimos a los demás.
No todo fueron manzanas dulces en el
camino, también hubo manzanas ácidas, cosecha de algún momento en que nos
sentimos desfallecer, y del que, no obstante, aprendimos que uno no cae si hay
manos dispuestas a levantarlo.
Ese tiempo se detiene en lugares
concretos y va dibujando rostros que para siempre estarán ahí, sólo hay que
cerrar los ojos y abrir una sencilla caja de galletas…un perfume de manzanas no
tardará en llegar…y sabrás, entonces, que eres parte de ese tiempo y si es preciso,
para conservarlo, seremos capaces de pasar las noches resucitando mariposas
blancas, de esas que sólo nos traen buenas noticias…
Porque existe un tiempo de manzanas en
el que la tarde se marcha despacio encaramada a las velas de un barco…y alguien agita un pañuelo desde
la orilla creyendo que no volverá…pero yo sé que siempre los barcos regresan,
es el sino de los marineros.
Es posible que a ese barco lo acechen
tormentas, temporales que arrecian queriendo sorprenderte con el corazón
desabrigado… pero no temas, siempre tendrás el refugio de un tiempo fragante de
manzanas que calmará las tempestades…los marineros entendemos de estas cosas.
…Yo sé de un tiempo de manzanas en el
que hay manos con ternura de paloma y en el que siempre habrá alguien que aguarde
dispuesto a reparar tu balsa…
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