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Foto de Martina Rodríguez |
Son
las pequeñas cosas las que pueden cambiar el mundo a la deriva. Yo me lo repito
como un mantra cada día.
Estas
palabras, que ahora escribo desde la inmediatez del sentimiento, tienen música
de adagio. Lo que quisieran reflejar no es otra cosa, que el temblor que este
sencillo acto provocó en mi corazón y en el corazón de Julia.
Si
la vida te da limones, regala alegría a los demás.
La
puerta de la casa de Tati se ha llenado de cestos de limones, cogidos con mimo,
expuestos ante nuestros ojos para nuestro regalo, como una ofrenda de
amor hacia sus vecinos. Limones que nos remueven las tripas y nos hacen
sentirnos humanos, para saber que aún no es demasiado tarde, que aún somos uno
con el mundo, que tenemos el alma pespunteada de buenos sentimientos.
Unas
simples cestas de limones, nos activan el resorte que nos permite cambiar la
perspectiva desde la que vemos el mundo.
Me
emociona el gesto de Tati que cogió esas frutas entre sus manos. Me emociona
que nos las ofrezca como don de PAZ.