Siempre hemos oido hablar a nuestros mayores de la importancia que tuvo nuestro pueblo gracias a las manos de sus artesanos: pañeros, alfareros, orives, zapateros, hojalateros, cesteros, danzadores, bordadoras, sastres...y a las manos de gente humilde que trabajaba el campo, que vendía las hortalizas , el pescado en la plaza, los dulces hechos con esmero y que hacían las bocas agua...
Se me ocurrió una tarde de lluvia, sentada tras la ventana, que debía hacer unos versos para que mis niños valoraran lo que un día fue nuestro pueblo, y lo que podrá ser en un futuro, si nos apoyamos y confiamos los unos en los otros. Son versos sencillos, de poeta inexperta, pero que para mí tienen un sabor muy especial.
Contaba una vieja crónica
que en Belén se presentaron
cargados con lindas
cosas,
un puñado de artesanos.
Dicen los libros de
Historia,
que siempre son
acertados,
que esos que allí
estuvieron
eran torrejoncillanos.
Estas bonitas alforjas
dejaré junto al Portal;
tengo por nombre
Ezequiel
y trabajo en un telar.
Hasta aquí traje esta
manta
urdida con mucho afán,
os la quedo aquí
tendida,
para algo servirá.
Traigo una oronda
tinaja
fabricada con mis
manos;
tengo por nombre
Victoria,
mi vida, el torno y el
barro.
Como el vientre de la
tierra
guarda sombra en sus
entrañas,
así el cántaro que
traigo
guardará muy fresca el
agua.
Para alumbrar tu camino
he traído este farol,
está hecho de hojalata
y alumbra que es un
primor.
Andrés el hojalatero
ha llegado hasta Belén,
y esta típica aceitera
vengo a traerte
también.
Una linda Cruz de Pebah
he tallado en mi
taller,
la traigo para María
si se la quiere poner.
Ser orfebre es mi
oficio,
los metales yo trabajo;
Hugo soy de nacimiento,
Yo soy Justo, el
zapatero;
Jesús, con amor te
traigo
estos lindos borceguíes
hechos con mis propias
manos.
Por si sale algún
arreglo,
el martillo remendón,
mi madre, que está en
todo,
en el zurrón me guardó.
Yo no sé ni cuántas
uvas
he bordado a este
pañuelo;
lentejuelas lleva a
miles,
todas brillan como
espejos.
Como el viaje fue muy largo,
aunque lo traje
plegado,
en el serón de la burra
un poco se me ha
arrugado.
Dicen que bueno es el
sastre
nacido en
Torrejoncillo,
para el día de tu
bautizo
te cosí este
vestidillo.
No te preocupes, Jesús,
que si no es de tu
medida,
como Pablo que me llamo
aquí me dejo la vida.
No sé cómo andáis de
cestos
en este pobre Portal;
con el mimbre de los
campos
hice uno sin igual.
Ser cestero es mi
trabajo,
mucho tiene de
especial;
lo aprendí de mis
abuelos
casi al empezar a
andar.
Este traje tan antiguo
he podido acarrear;
cuando crezcas un
poquito
has de aprender a
bailar.
También te dejo la
flauta
con el sonoro tambor,
cuando aprendas a
tocarlo
serás todo un danzador.
Esta sábana he bordado
con mis manos
primorosas,
lleva el rostro de tu
madre,
ya ves que no es poca
cosa.
Cada siete de Diciembre
mis paisanos, a
caballo,
la pasean por el
pueblo:
la Encamisá celebramos.
Yuntero soy en mi
tierra,
trabajo de sol a sol;
esta mula con que labro
ahora te dará calor.
Esta cuartilla de trigo
que segué con mi sudor,
será pan para tu
hambre;
tu cuerpo mismo, Señor.
Los manjares de la
huerta
no se pueden
despreciar;
sandías de La Sauceda
aquí te vengo a dejar.
Soy hortelana sencilla,
mi nombre es Sandra,
Señor;
cada mañana en mi
pueblo
en la Plaza vendo yo.
Seguro que no has
probado
coquillos como los
míos,
con la misma miel del
campo
te quitarán el sentío.
Rosetas también te
traigo,
flor de miel algunos
llaman;
África soy, y dulcera,
¡mis dulces, canela en
rama!
Por las calles de mi
pueblo
a cuestas con la
banasta,
a todas yo voy
diciendo:
¿ Si queréis peces,
muchachas?
Todo el mundo me conoce,
porque llevo buen pescado;
algunos aquí te dejo
por si se tercia un
milagro.
Hasta aquí llegan las
crónicas,
nosotros más no
sabemos.
¡Por fin se ha hecho
justicia,
sean alabados los
cielos!
Gracias mil por vuestra
escucha;
ya la historia se
acabó;
y para estos artesanos
¡venga ese aplauso, por
Dios!
Mª José Vergel Vega
Precioso homenaje a tu pueblo y tus paisanos.
ResponderEliminarBesos