jueves, 15 de marzo de 2018

Niño de viento y espuma


Una de estas tardes lluviosas de Marzo, en la arena de nuestro mar de cuentos, convocamos a Gabriel, a su memoria dormida en el corazón de los niños.
Quisimos hacerlo presente en las historias que contamos cada día en nuestro colegio. Invitamos, a través de la lluvia que repiqueteaba en las ventanas, a uno de los pececitos más entrañables del mundo de los cuentos: Nadarín.
¿Qué quién es Nadarín? Pues un pescaíto negro más listo que el hambre que guió con sus arranques de pez estratega, a la colonia de pececitos rojos lejos del alcance de un atún voraz que surcaba los mares.
Con Nadarín aprendimos que cuando hacemos algo juntos, podemos alcanzar el objetivo que nos propongamos y que si todos recordamos a alguien que se ha ido, podemos sentir que está entre nosotros.
¡Gracias a la sensibilidad y a la sabiduría  de Leo Lionni que nos pone un temblor en el alma en todas las historias que nos cuenta!
¡Gracias a la ternura y a la inocencia de los niños, ellos hacen posible, con su magia, creer en que un mundo mejor está por llega!.
Entre todos escribimos estas palabras que, seguro seguro, Gabriel habrá recibido.

Duerme, pececito.
Los corales cantan para tí una sinfonía de agua.
Déjate mecer por las olas que te manda
nuestro mar de palabras.
Sueña  lindas historias
en nuestro mar de cuentos.
Una lluvia de besos te arropará
mientras duermes en tu casa de algas.
Deja que te canten las sirenas,
allá en el reino de Neptuno.
Duerme, Gabriel,
Nadarín de los mares.
Duerme, pequeño Gabriel,
niño de viento y espuma.

Mª José Vergel Vega

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