Siempre me pregunté cómo sería aquella última tarde de Marga Gil Roesset, la artista que formó parte del grupo de las "Sin Sombrero", que tanto y tan trágicamente amó a Juan Ramón Jiménez.
Iba a pasar
todos los días de su vida aferrado a una tarde de verano.
A ratos, el
dolor lo atravesaba y sus ojos volvían ,
sin remedio, a aquella carpeta amarilla con una extraña recomendación: “No lo leas todavía”.
Hacía tiempo
que un caballo de niebla y sueño cabalgaba por el pecho del poeta, dejándolo
exhausto.
¡Siquiera un
pedazo de noche para convocar el temblor de lo vivido, para rescatar la memoria
de aquella muchacha de mirada triste que tanto lo había amado! ¡Un pedazo de
noche para detener el último instante, para saber cómo sería la funámbula línea
entre el ser y el acabarse…cuál sería el último pensamiento de aquella mujer
que moría por haberlo querido tanto, cómo se apagaría la dulzura gris de sus
ojos!
“Qué sé yo por qué te quiero tanto…”
Y el caballo
seguía al galope, corazón adentro, desde aquella tarde de Julio en que
enmudecieron los violines.
Mª José Vergel Vega
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