lunes, 25 de junio de 2018

Tiempo de libélulas



Aquella noche, víspera de su boda, Catalina no podía dormir y observaba la caja metálica que había recogido del armario y tenía encima de la cama. Un tiempo estremecido, entre las alas de viejas libélulas, le vino a la memoria.
Tuvo un amor Catalina de ojos negros y manos que resucitaban mariposas.  Sucedió aquel amor en días de labios sobre labios y palabras bajo sábanas de luna.
Al amor de Catalina le gustaba andar la noche y dejarle el alma revuelta  de promesas y luceros . Su amor desparramaba un reguero de palabras anegadas en miel, que Catalina recogía para cuando llegaba  la punzada del desaliento.
La última noche, Catalina sintió un ala rota y otra malherida. Aquel amor que desataba los vientos, le dejó unos versos amargos de  ausencia y un agujero de angustia en medio del alma.
Estremecida, como un árbol en medio de la tormenta, abrió la caja con sus manos temblorosas.
El fantasma blanco  del olvido atravesó la estancia, dejando en el aire la herida de un escalofrío.
Mª José Vergel Vega

No hay comentarios:

Publicar un comentario