A la dama protagonista de este soneto, el "Carpe Diem" y las recomendaciones de Garcilaso, la traen absolutamente sin cuidado.
Aviso a navegantes que este soneto es un mero divertimento en el que se revisa dicho tópico. No sé si la arruga es bella, porque no lo tengo del todo claro, pero lo que sí sé, es que es reflejo y memoria de lo vivido.
Hoy
me senté delante del espejo,
de
rosa y azucena mi color
mudado,
contemplé en el reflejo,
cual
pétalos ajados de una flor.
Me
gustan mis arrugas sin complejos,
en
ellas se refleja mi dolor:
una
mujer madura que consejo,
valiente
no tomó de su señor.
No
seguí las medidas de su alma,
dictómelas
juicioso el albedrío.
Yo
sola decidí la libertad
de
caminar segura hacia la calma,
dejando
en el pasado el desvarío,
de
ciega obedecer su voluntad.
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