domingo, 23 de noviembre de 2025

Arcimboldeando: ¿Somos lo que comemos?

 



 

El arte utiliza caminos diversos para ayudarnos a realizar nuestra lectura particular del mundo.

Aprovechando esta estación otoñal que nos conduce a la calma y nos permite reconectar con nosotros mismos, nos fijamos en la obra de una pintor renacentista, que revolucionó absolutamente la pintura de su época: Giuseppe Arcimboldo (Milán 1527-1593).

Arcimboldo es uno de los más grandes representantes del «Manierismo» ─estilo de transición entre el Renacimiento y el Barroco, artificioso y exagerado─. Ejemplo de este estilo son las «cabezas compuestas» de Arcimboldo, retratos de gran originalidad formados a partir de la combinación de frutas, semillas, flores y otros objetos cotidianos.

Mis grumetes aprendices de 2º y 3º Ciclos de Primaria en la actividad de Fomento de la Lectura, cogieron un pulado de frutas y hojas otoñales y allá que se lanzaron a diseñar sus propios «arcimboldos».

El resultado de esta osadía han sido unos retratos bien curiosos que podéis visitar y admirar en el pasillo de la Biblioteca.

Cuando desatamos la imaginación, dejamos libres todas las criaturas que nos pueblan.

¿Será verdad que somos lo que comemos?


Arcimboldo era un pintor

de la escuela manierista.

Italiano, de Milán,

fue un gran renacentista.

 

De pequeño, con su padre,

se inició en las vidrieras,

palacios y catedrales

decoran Italia entera.

 

Famoso pintor de corte

de grandes emperadores,

todos se lo disputaban

y lo colmaron de honores.

 

Buscaba la inspiración

en flores, frutos, semillas,

que enseguida convertía

en alguna maravilla.

 

Podemos ver «arcimboldos»

en museos muy famosos,

en la Uffizi y en el Louvre

nos esperan misteriosos.

 

 

Sus cuadros son puro juego,

míralos con embeleso.

Nada es lo que parece,

Arcimboldo es bien travieso.

 

Estaba empeñado en ver

más allá de los objetos;

por arte de pareidolia

transformaba sus bocetos.

 

Fue un artista artificioso,

que todo lo trastocaba:

melocotones en ojos

y las bocas en guayabas.

 

Aquí te propongo un juego

si te quieres divertir:

coge frutas de un frutero

y mezcla con frenesí.

 

Verás que no es poca cosa

el retrato conseguido.

Por el sendero del arte,

ya caminas decidido.


Mª José Vergel Vega



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