Quizá a todos nos interconecte de alguna manera la decepción ante el mundo, o dicho de otra manera: somos quijotes luchando a brazo partido contra los molinos del desencanto.
Sucede que a veces pasamos por los lugares que habitamos sin fijarnos en quienes tenemos al lado. Si hablamos de dignidad, que la pidamos para nosotros y para el prójimo.
Si todas las circunstancias nos llevan a la interconexión, ¿por qué nos empeñamos en no querer saber nada los unos de los otros?
Para saber quiénes somos y qué pintamos en el lienzo del mundo, cada cual hemos de emprender nuestro particular descenso a las cloacas de la existencia, si no, no podremos confesar que hayamos vivido.
Vivir es navegar hacia Ítaca, larga y pausadamente. Y pensar que por difícil que sea la singladura, y aunque nos sintamos marineros solos, siempre habrá algún faro que nos alumbre.
Y aunque cuando uno fracasa siente mucho frío, la vida consiste en atreverse, en echarle bemoles, por más que haya momentos en que nos pese demasiado , como aquel abrigo de astracán.
Mª José Vergel Vega
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