Detalle portada Dama Luna de Charo Alonso Fotografía de Mª José Vergel Vega |
¡Qué de
recuerdos se me agolpan, querida Charo, leyendo tu Dama Luna!
Es el
campo que me llega a borbotones, el caminar sobre los charcos, el desgranar
cada noche, al calor de la lumbre, bolas de algodón, que nos agrietaban
los dedos. Me llegan nítidas las voces de los abuelos contando viejas historias
y todo, todo lleno de la blancura del algodón.
Y no sé
por qué esta Dama Luna me lleva hasta el "cuatrolatas" del abuelo, que me producía una
mezcla de emoción, de miedo y revoltura en el estómago. Yo no quería montar en
aquella nave del demonio, prefería acomodarme con la abuela en aquel
burro zancajosu que nos
trasladaba , a duras penas, al pueblo.
Entre las
lineas de tus palabras tan hermosas, aparece y desaparece, como por ensalmo,
aquella niña de trenzas largas y tirantes, con las rodillas raspadas de jugar
entre las peñas, porque todos decían que era un poco marimacho.
He leído
tu Dama Luna a pequeños sorbos. He saboreado la ternura, la pasión, el dolor,
el amor y el odio, la vida y la muerte, el qué dirán y las ansias de
libertad...
Inés
Luna me ha hecho más llevadero este tórrido verano en esta Extremadura
reseca en que sentía precipitarme por el abismo del hastío, de la desesperanza
por la tierra arrasada por los rayos del odio que no cesa y llega para incendiar paraísos y almas. Hasta este retiro de mar y caracolas llegan
cenizas que se clavan como esquirlas en mi pequeño corazón ornado de algas.
"La
vida es más fuerte que nosotros a pesar nuestro". La vida gira y a veces nos
enreda con sus malas artes, en los hilos enmarañados de su madeja.
Entonces sentimos que no hay escapatoria y nos resignamos a nuestra mala
suerte, a lamentarnos, a perdernos aún más en su laberinto.
Siempre
la vida nos ofrece su cáliz y, siempre, de alguna manera, tenemos miedo de
apurarlo hasta la última gota. Sentimos que se nos va como agua entre los
dedos y nos reconocemos cobardes y faltos de agallas para agrrararla por los
cuernos; porque, por momentos, la vida, resopla y embiste como un toro, y así
hay que enfrentarla.
Hacía
tiempo que hasta este retiro de mar y caracolas no llegaba la luz de la
palabra. La lectura de Dama Luna me ha hecho reencontrarme de nuevo con la
virginidad del papel en blanco, con la paciencia perdida con las musas que
arrasaron, impávidas, con el cofre donde guardo los instrumentos necesarios
para llenar el libro de la existencia.
Por
momentos, me recorre una sensación de frío, de desear que los brazos imponentes
de la vida me rodeen con fuerza la cintura. Con el libro de la vida de Inés Luna
bajo el brazo, echo a nadar por el
camino que me lleva de nuevo al paraíso reencontrado de la infancia, de la
risas que necesito para cultivar este futuro tan incierto en que lo humano está
dejando paso a lo que de incivilizado
tiene el hombre.
Pero siempre,
querida Charo, encontramos un oasis en medio del desierto que nos está
esperando para levantar nuestra casa.
Mª José Vergel Vega
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