Contemplo el tiempo detenido en las alas
extendidas de los pájaros…
Hubo un tiempo alegre y despreocupado en
el que con los dedos tocabas el paraíso.
Aún tenías sus manos, como escudos que te
protegían, aún te envolvía su sonrisa…y nunca era demasiado tarde.
En ese tiempo, las mañanas tenían el olor
del pan recién hecho, y el mundo se presentaba ante tus ojos como recién
creado.
Guardabas el tiempo, prisionero, entre los
poros inertes de la piedra…el tiempo que se hacía silencio…las horas que
quedaban quietas en las esferas de los relojes.
Luego vino un tiempo con filo de espada,
y…como guerrero enfurecido fue entrando a saco en los jardines, apuñalando los
torsos desnudos que los muchachos exhibían al caer la tarde.
De pronto, enmudecieron las sirenas y las
botellas se vaciaron de mensajes…y nos fuimos quedando náufragos… vacíos de
palabras.
Atrás quedó definitivamente aquel tiempo
de cerezas en que nos bebíamos de un sorbo las tardes…¡ Qué lejos los días de
vino y rosas en los que bebías la miel de su boca! Sólo te queda un dolor de
mariposas mordiendo dulcemente la cintura…la añoranza del deseo agazapado
detrás de cada gesto…
Y una vez más sólo nos queda Septiembre
con su música triste de tango.
Septiembre…tango triste que gime en las
alas extendidas de los pájaros.
Mª José Vergel Vega
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