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Fachada de una librería en Urueña (Valladolid) |
Hubo una vez un carpintero
tan lleno de bondad que, un buen día, puso su alma en un muñeco de madera…
Como había sido creado con
tanto amor, un Hada Buena sembró en su pecho una semilla de luz, de la que
brotó un corazón de verdad…
El pequeño Pinocho, despertó
a un nuevo mundo…pero ¡jopetas, todo era demasiado complicado!
Y como no tenía mucha
experiencia, y se dejaba llevar por los
malos consejos, a veces, ¡le crecía la nariz! ¡Qué le vamos a hacer…traía ese
defectillo de fábrica!
¿Queréis que os confiese un
secreto? ¡Pero… me tenéis que prometer que no se lo diréis a nadie!
Pues…cuando era pequeña,
cada vez que decía alguna mentirijilla me tocaba la nariz…por si acaso…porque
mi abuela, que es muy sabia, me contaba que a veces, los cuentos se hacen
realidad, igual que los sueños…
Mª José Vergel Vega
Jajaja. La verdad es que no te imagino contando mentiras, pero quién sabe, quizá sean tan buenas que pasan desapercibidas y nos las creemos todas a pies juntillas.
ResponderEliminarDe todas formas lo importante es poner siempre el alma en lo que hacemos, y eso se te da muy bien.
Besitos
No te creas, alguna mentirijilla decimos todos de vez en cuando, de esas que llaman piadosas, nada serio jeje.
ResponderEliminarBesos.