domingo, 5 de octubre de 2014

Tiempo de manzanas


No hay mayor dicha que la que transmiten las almas cuando están conectadas. Entonces, la vida es tan dulce que desearías detener el tiempo. Hace algunos años , ¡ay que ver cómo pasa la vida!, escribí este "Tiempo de manzanas", cuya principal protagonista es Victoria Rodrigo. Hoy quiero compartirlo con todos cuantos aparecen en la foto y alguno más que no estaba físicamente,  pero sí en el pensamiento. Ójala nuestra vida sea larga y podamos compartir muchos momentos como el vivido el sábado en El Palancar.



Para Victoria, que nos enseñó el camino hacia ese tiempo de manzanas…

Hay una mariposa blanca revoloteando sobre la tapa oxidada de mi caja de galletas.
Cada vez que pasa esto, ya lo tengo comprobado, es que alguno de los recuerdos que vive dentro de ella, anda queriendo decirme algo.
Las mariposas blancas, sólo pueden traerte buenas noticias, ese es su trabajo”
Por eso, antes de nada, me he dispuesto a recrear la liturgia de abrir mi caja de galletas: la he calentado un ratito contra mi pecho; después, muy despacio, la he abierto y he mirado lentamente en el interior…un recuerdo malva y blanco se ha desperezado.
¡Hoy mi caja de galletas huele a manzanas!
No sabría deciros, perdonad mi ignorancia, de qué tipo son las manzanas que invisiblemente perfuman mi caja de galletas: las hay amarillas, verdes, rojas, moteadas, ácidas, dulces, crujientes…arenosas….
Todas esas manzanas conforman un tiempo que ha tomado posesión de mi caja de galletas.
Un tiempo de sonrisas, de trabajo que dignifica; de desvelos en  mitad de la noche, o en mitad del día…porque también los días se nos desvelan.
Hubo un tiempo de manzanas en que te diste y nos dimos a los demás.
No todo fueron manzanas dulces en el camino, también hubo manzanas ácidas, cosecha de algún momento en que nos sentimos desfallecer, y del que, no obstante, aprendimos que uno no cae si hay manos  dispuestas a levantarlo.


Ese tiempo se detiene en lugares concretos y va dibujando rostros que para siempre estarán ahí, sólo hay que cerrar los ojos y abrir una sencilla caja de galletas…un perfume de manzanas no tardará en llegar…y sabrás, entonces,  que eres parte de ese tiempo y si es preciso, para conservarlo, seremos capaces de pasar las noches resucitando mariposas blancas, de esas que sólo nos traen buenas noticias…

Porque existe un tiempo de manzanas en el que la tarde se marcha despacio encaramada a las velas  de un barco…y alguien agita un pañuelo desde la orilla creyendo que no volverá…pero yo sé que siempre los barcos regresan, es el sino de los marineros.
Es posible que a ese barco lo acechen tormentas, temporales que arrecian queriendo sorprenderte con el corazón desabrigado… pero no temas, siempre tendrás el refugio de un tiempo fragante de manzanas que calmará las tempestades…los marineros entendemos de estas cosas.
…Yo sé de un tiempo de manzanas en el que hay manos con ternura de paloma y en el que siempre habrá alguien que aguarde dispuesto a reparar tu balsa…


…un tiempo de manzanas que  mariposas blancas, escriben al dictado del corazón  en el  libro de la memoria, y en el fondo sin fondo de mi caja de galletas.


Mª José Vergel Vega


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