martes, 28 de noviembre de 2023

Amor con amor se paga

 


Tuve entre mis manos este verano, cuando los días se estiraban ociosos, un librito que desde entonces vive en mi corazón: “Las virtudes del huerto” de Pía Pera.

Como muy acertadamente reza el subtítulo: “Cultivar la tierra es cultivar la felicidad”.

Cuidar de un jardín, de un huerto por pequeño que sea, es cuidar de una parte del mundo, del cachino de paraíso que te ha tocado en suerte. Y voy más allá, quizá lo más importante sea que cuidando de esa tierra o de ese jardín, estamos cuidando de nosotros mismos.

Al trabajar en un jardín o en un pedazo de tierra, se cultivan los terrenos de la mente y del corazón, en los que, con bastante asiduidad, crecen las malas hierbas a poco que nos descuidemos.

Anoto en este instante un aforismo de Montaigne: “Si algo nos gusta, no es probable que nos perjudique”. Dicho en el roman paladino que se habla por estas tierras : “Cada uno con su gusto, engorda”.

Pía nos habla directamente a nuestro sentir. Utiliza palabras que todos entendemos, en mi casa siempre decían que el oficio del campo tenía las letras muy gordas. Nunca estuve muy de acuerdo con la afirmación. Mimar la tierra para que germine y produzca los frutos deseados, requiere conocer muy bien los entresijos de este oficio tan duro, además de poner quintales de amor en todas las tareas que entraña el trabajo en el campo. Todo esto lo saber muy bien Pía Pera.

Las páginas de este precioso libro están plagadas de poesía. Una se imagina a Pía en todo momento con su escudo de armas de jardinera, como ella llama a la regadera, yendo de un lado a otro del jardín dejando caer gotitas de vida sobre sus plantas.

No me resisto  a copiar aquí, para compartirlas con vosotros, estas bellas palabras de la autora, palabras que brotan de la observación amorosa de la tierra que le rodea:

“En invierno, el hayedo es un bosque que habla de transitoriedad, cuya belleza desnuda provoca escalofríos”.

Nosotros, hombres y mujeres, también somos como árboles que van cambiando con el paso de las estaciones, aunque últimamente es la urgencia la que marca nuestra pauta de vida y no saboreamos con la requerida delectación el paso del tiempo.

¿Qué tal si detenemos la prisa y nos dejamos seducir por el paso lento de las estaciones en la naturaleza? Si respetamos sus ritmos, comprobaremos que de  “la oscuridad brota la luz”, que las hojas han de caerse para que se renueve el árbol y éste pueda dar sombra y frutos.

Un jardín recoleto o un pequeño huerto nos permiten dejar atrás, aunque solo sea por unos momentos, este mundo robotizado, repleto de gestos mecánicos que nos hacen un poco más artificiales y menos humanos.

Nuestra jardinera de palabras nos propone dejar por un momento la desbrozadora, artefacto agresivo que engulle la lentitud, y volver a la guadaña, que ejecuta la danza del campo con el sol como testigo y el viento resfrescando la piel.

Los jardines, los huertos son la cura perfecta para quienes adolecen de soledad. Los mil y un seres amables que habitan esos espacios nos consuelan haciendo que desaparezcan los pedacitos de pena que la vida nos deja pegados en el alma.

“La soledad del jardín no es aislamiento. Al contrario. Entre las plantas, cuidando de ellas, se tejen hilos invisibles que nos conectan a la red de la vida”.

Cierra los ojos en medio de tu jardín o de tu huerto, comprobarás que guardan un aroma a paraíso perdido, a aquel jardín del Edén en el que alguna vez viviste. Los jardines, los huertos, son el origen mismo y primigenio de la vida. Ellos seguirán viviendo más allá de nuestra muerte. Nos sobrevivirán, y en esa sobrevivencia, habrá un pedacito de nosotros, porque amor con amor se paga.

Recuerdo, mientras escribo estas líneas, a mi padre, campesino de vocación y jardinero de nuestras vidas.

Su último año, consciente de que sus días estaban contados, lo dedicó a sembrar árboles y flores. Aún sigue siendo dolorosa su pérdida, pero a nosotros nos consuela saber que se marchó contemplando la grandeza del jardín que había creado. En él nos dejó, como un milagro de amor, plantas llenas de vida, esa que a él se le escapaba. Árboles y flores llevan y la conservan todavía la esencia de lo que era mi padre.

Cada vez que recalo en el paraíso de mi infancia, y me siento bajo los árboles que él plantó como un regalo de vida, siento que sus manos invisibles mueven sus ramas y acarician sus frutos.

Parte de lo que fue sigue viviendo cada estío entre el perfume intenso de los dondiegos, plantados hace una eternidad en el jardín de entrada a la casa. Al abrigo de su perfume, nos contó alguna vez, se había enamorado de mi madre. Y al mismo abrigo, decidieron emprender una vida juntos.

La vida que él plantó cuando la suya se acababa, hoy nos sana las heridas.

Si levanto la vista y miro al horizonte, aún puedo verlo, erguido como un massai, contemplando la belleza de su creación: el mundo en miniatura que creó para nosotros y sus nietos.

 Mª José Vergel Vega

sábado, 4 de noviembre de 2023

CULTURA ES HUMANIDAD

 







Son unas cuantas las cosas que necesitamos para crecer sanos y humanos.

Por supuesto, necesitamos estar bien alimentados y bien vestidos, cosas que obviamos en esta sociedad consumista y opulenta en la que nos ha tocado vivir. Tenemos derecho a una sanidad pública, que nos mantiene en unos buenos niveles de salud. Nos sentimos queridos y protegidos por nuestros semejantes, aquí lo de la obviedad es discutible, lo asumo.

En fin, en esta orilla privilegiada del mundo, tenemos nuestras necesidades básicas  bien cubiertas o, al menos, de una manera más que aceptable.

Pero no sólo de pan vive el hombre, ya lo dijo aquel Mesías que vino a salvarnos, y que, a tenor de las circunstancias que envuelven a muchas partes de nuestro mundo, tiene que estar arrepintiéndose de cada paso dado en nuestro favor.

Para crecer sanos y humanos, subrayo ahora lo de humanos, nos hacen falta buenas dosis de Cultura, y en esta palabra englobamos: educación, convivencia, tolerancia, saber estar, respeto por el lugar en el que vivimos que aún nos brinda cobijo y alimento, a pesar de que pasamos por él como elefantes en cacharrería…y otra serie de valores fundamentales que nos apuntalan el espíritu.

“La Cultura es todo lo que constituye nuestro ser y configura nuestra identidad. Hacer de la Cultura un elemento central de las políticas de desarrollo es el único medio de garantizar que éste se centre en el ser humano y sea inclusivo y equitativo”.

Me gusta mucho cómo define la UNESCO la Cultura, porque creo que la nombra madre de aquello que de verdad nos hace humanos.

En todo caso, y recordando a Federico, es más importante tener medio pan en una mano y un libro en la otra, a tener el pan entero y que el libro se nos caiga de las manos.

Diréis que a qué viene todo esto. Os diré que viene a la desazón con la que salí anoche del Concierto Didáctico “Princesas y Sombras”, que nos ofreció CIRCA en Valdencín, a través de las Asociaciones de Universidades Populares de Extremadura (AUPEX), que llevan muchos años haciendo una labor encomiable por traer la Cultura a nuestros pueblos, por pequeños que sean.

“Princesas y Sombras” es una de esas obras maestras que todos deberíamos disfrutar, chicos y grandes. Es un espectáculo entrañable que aúna literatura, arte y música.

La actriz Laura García nos fue llevando de manera delicada por los textos de Pulgarcita, La bella durmiente, El príncipe sapo, Blancanieves y Rosaroja, Cenicienta…historias clásicas que nos llevaron al regazo de nuestras abuelas , donde duermen a salvo  los afectos infantiles.

Todo ello, arropado por la magia de Sergio Thuiller, el pianista que nos fue guiando por la música envolvente de Debussy.

Por si esto se les hace poco, palabra y música se apoyaban en el trabajo visual de la pionera del cine de animación Lotte Reinigger, creadora de películas, que son artesanía pura, llevadas a cabo a través de las técnicas  inspiradas en el teatro de sombras chino.

Suena impresionante, ¿verdad? Pues realmente lo fue.

¡Qué pena ver sólo dos niños en el espectáculo!, cuando es una propuesta pensada especialmente para ellos.

¡Qué pena ver unos pocos adultos!, cuando las historias que nos fueron ofrecidas tuvieron la capacidad de hacernos niños de nuevo.

¡Qué desazón  no ver la implicación de las instituciones, las más inmediatas, pues son ellas las que deben cuidar y engrandecer la Cultura. Si de verdad apostamos por la Cultura, tenemos que honrarla con nuestra presencia.

Vamos a agarrar fuerte el libro con las dos manos para que no perdamos el norte de lo que nos hace llamarnos humanos.

La Cultura es Humanidad. Quien la probó, lo sabe.

Mª José Vergel Vega

martes, 24 de octubre de 2023

Leer para encontrarnos




 Suelo buscar en la lectura un remanso de silencio. Acudo a ella para acallar los gritos del mundo.

Ahora que el tiempo se me estira, he vuelto a las lecturas que tenía pendientes.

No sé muy bien la razón de haber leído seguidos : Si esto fuera una novela de Pilar Galán y Volver a dónde de Antonio Muñoz Molina.

Supongo que necesitaba saldar cuentas conmigo misma, con mi memoria y con la memoria de lo cotidiano.

Alrededor de las palabras de Pilar y Antonio vuelan los vencejos. Un perfume a dondiegos me hace sonreir, reconquistando el paraíso azul de la infancia.

Reflexiono con Antonio sobre lo mucho que esperábamos que nos enseñara la pandemia en términos de solidaridad y lo poco esponjas que hemos sido. Hoy ya ni nos acordamos que un bicho nos mantuvo noqueados durante una buena parte de nuestra vida. ¿Dónde quedó aquella sintonía de amistad que sucedía cada tarde, puntualmente, y que brotaba de ventanas y balcones?

Doy vueltas también a la idea de Pilar de escribir para  mitigar el dolor, para reconciliarse con una misma y con la memoria de los que ya no están, pero siguen estando.

Los libros siempre nos ofrecen una pausa en medio de esta maraña que es el tiempo. Nos ofrecen una parada para apartar las malas hierbas, para separar el grano de la paja. Una parada para pensarnos y reconocernos, para revestirnos de nuevo de ese hábito de humanidad que hemos ido perdiendo.

Mª José Vergel


viernes, 13 de octubre de 2023

Cuando ya no sea yo

 


El pasado 21 de Septiembre celebramos el Día Mundial de Concienciación sobre el Alzheimer.

A los que aún conservamos nuestros recuerdos y disfrutamos del tamiz maravilloso y necesario de la memoria, nos queda celebrar cada día ese maravilloso maná: el de volver a pasar por el corazón todo lo vivido, a fin de cuentas eso es recordar.
Pero nos queda algo aún más importante por hacer: salvaguardar los recuerdos de aquellos a los que esta enfermedad les ha privado de la capacidad de recordar..
Quiero recomendaros una preciosa lectura, escrita en primera persona por Carme Elías, actriz y escritora, enferma de Alzheimer.
" Cuando ya no sea yo" es un texto delicioso, sencillo, cercano, real, necesario para conocer cara a cara, y de primera mano, esta enfermedad caprichosa y cruel.
Recomiendo también la entrevista que hizo Carlos del Amor en su espacio " La matemática del espejo" a Carme Elías.
Me apunto un pensamiento de Carme, que viene a decir que lo importante no es resistir, sino persistir. Lo importante es vivir el presente, exprimir la vida mientras le quede jugo y seamos capaces de saborearlo.

Mª José Vergel

EL CUARTO DE LA PLANCHA





 Cuando me lo permiten las circunstancias, suelo estirar el tiempo dulce del desayuno y dedicarme a disfrutar el placer de las pequeñas cosas. Uno de esos placeres es para mí la lectura. Los libros nos abrigan el corazón y nos hacen ver más claro el camino.

Os recomiendo " El cuarto de la plancha" de Inma Chacón. Un libro entrañable, construido desde los recuerdos , desde la memoria de los que amamos. Un libro escrito desde el dolor de las pérdidas, pero también desde la esperanza en la sabiduría de la vida, esa maestra que nos lleva por la senda que nos conviene, aunque a veces no termine de gustarnos del todo.

Mª José Vergel

lunes, 10 de julio de 2023

La Quema de Torrejoncillo: volver a la alegría.

 

Foto: La Quema de Torrejoncillo. 

Tengo entre manos un libro, absolutamente necesario, de Antonio Muñoz Molina:  Volver a dónde. En él, el autor, da vueltas al tiempo de pandemia, triste y gris, en el que el aplauso de las ocho parecía que iba a cambiar nuestro modo de mirar el mundo. En aquel entonces, que tantos han olvidado ya, parecía que íbamos a dejar de contemplarnos el ombligo, para  mirar a los ojos a nuestros convecinos y preocuparnos por sus sentimientos, por sus alegrías y sus pesares.

Nada más lejos de la realidad. Ha pasado la pandemia y la sensación es que nos hemos vuelto más insensibles, menos humanos. Algunas tenemos la sensación de que estamos instalados en el reino del sálvese quien pueda, en el  reino de las sombras y el averno.

Algunos desalmados, intentan meternos en el redil de un mundo, en el que la zarpa de la censura está dispuesta a cargarse cuantas manifestaciones culturales se salgan de los cánones cavernícolas por los que algunos se rigen.

Frente a la involución, apelo a nuestros sentires más profundos, a esos mimbres que nos hacen llamarnos humanos. Hago una llamada a la celebración  de la Cultura, defendámosla siempre como pilar fundamental de una sociedad democrática y libre.

Este pasado fin de semana hemos demostrado en Torrejoncillo que la Cultura nos une , que son necesarias las manifestaciones culturales para saber qué hemos venido a hacer a este mundo. No hemos venido a luchar cada uno por nuestro lado, sino a abrazar una estrategia conjunta para dotar de esplendor y progreso a los pueblos.

"La Quema de Torrejoncillo" ha convertido Torrejoncillo en una fiesta: la FIESTA DE LA CULTURA.

  • Cultura es celebrar la alegría.
  • Cultura es alimentar la esperanza en la humanidad.
  • Cultura es recuperar lo que somos.
  • Cultura es cogernos de la mano y caminar con paso firme hacia el Futuro.
  • Cultura es zambullirnos en la vida y celebrarla.
  • Cultura es abrazar y aunar afectos.
  • Cultura es llorar juntos para sanar heridas que, a veces, sangran.
  • Cultura es el progreso de los pueblos.
  • Cultura es mirarnos en el otro y comprendernos.
  • Cultura es una plaza abarrotada haciendo presente nuestra historia, lo que un día fuimos y nos ha hecho ser como somos.

Por eso reivindico la necesidad de volver a la alegría, a la dicha de sernos en el otro, hacer nuestros sus proyectos, sus duelos, sus motivos de dicha. Traigamos al presente aquel tiempo de Antonio y Daniela, aquellos días en los que lo que afligía a uno de nuestros convecinos, lo sufríamos en nuestras propias carnes. 

Que el pedazo de tierra que habitamos sea casa sin puertas, zaguán fresco donde sosegarnos, darnos apoyo los unos a los otros, templo sagrado donde celebrar la dicha de volver a ser humanos.

Mª José Vergel Vega


miércoles, 19 de abril de 2023

Mi vida salvaje



 Siempre salgo de las presentaciones de libros de poesía con la misma desazón. Me apena que, lectores y profanos, se pierdan la liturgia de la palabra, esa conexión íntima y mágica de cómo lo que siente el poeta, va haciendo nido en nuestro corazón.

Para sentir esto que digo, hay que probarlo y saborearlo.

Hoy, el poeta Juan Ramón Santos, compartió con nosotros, en nuestra coqueta Biblioteca "Martineta Rohet": "Vida salvaje", un poemario delicioso que nos llevó a aquellos días, más o menos despreocupados, en los que descubríamos el mundo cada cual a su manera. 

La poesía tiene estas cosas, nos hace indagar en nosotros mismos a través de los versos que alguien ha escrito para nosotros, sin ni siquiera saberlo.

Todo el rato, me vinieron los recuerdos, imborrables, de mi propia vida salvaje en el paraíso cercano de Dauseda. 

Pasaron ante mí las mariposas blancas que perseguíamos en busca de buenas noticias. Me vi descalza pisando los charcos al salir de la escuela, corriendo a llevarle el "cacho pan" a mi padre, que labraba entre coplas con aquel caballo sordo.

Y recité las tablas de multiplicar en aquella escuela chiquita de paredes encaladas y ventanales por los que entraba la luz cambiante de las estaciones. Y toqué las manos de mi madre que siempre olían a pan por las mañanas.

Verso a verso, me fui sumergiendo en el libro de la vida de mis abuelas. Aún cada tarde, al ponerse el sol, veo a los portugueses tirar de la cuerda. Hay relatos  que se quedan en una para siempre y nos salvan de los naufragios cotidianos, de un mundo que se me antoja que va demasiado deprisa.

Ante mí pasaron también las noches de verano y la sinfonía de escarabajos entre las hojas de la higuera...

Y tantos y tantos recuerdos que se me agolpan en la memoria.

Los versos, ciertos versos, son como aquella magdalena de Proust, que nos trae el regusto de aquello que formó parte importante- lo sabemos ahora- de nuestra cotidianeidad y que, de manera repentina, se nos hace tan presente.

 Quien lo probó, lo sabe.


Mª José Vergel Vega

jueves, 9 de febrero de 2023

Caligrameando

 


Hoy tuvimos una tarde creativa muy interesante y productiva. Mis niños de Segundo y Tercer Ciclos de Fomento de la Lectura aprendieron lo que es un "Caligrama" y estuvieron practicando.
Para ser la primera vez que lo hacían, no estuvo nada mal.
Os dejo los poemitas visuales que construyeron mis grumetes aprendices de poetas.


Silvia utilizó un corazón para escribir esta propuesta tan divertida: 

Te quiero como una vaca.
¿Cómo?
Muuuuuuuuuucho!


Cayetana dedicó el caligrama a su mamá, y lo hizo de esta manera tan original: 

Mamá,
te quiero como un LOBO.
¿Cómo?
Auuuuuuuuu!


Noel utilizó una bola del mundo que a mí me parece preciosa y original. Escribió un caligrama muy divertido:
Te quiero
como una oveja.
¿Cómo?
Meeeeeechoooooo!


A Laura le salió un caligrama que nos recuerda a una poeta muy querida, nuestra inolvidable Gloria Fuertes: 
Cómo dibujar una niña:
Empezamos con ojos azules
y boca.
Después el  pelo y la nariz
y así...


Inés dedicó su composición a la mujer más importante de su vida. ¿Adivináis quién será?

Yo te quiero
con mi corazón.
Eres la mujer
de mis sueños.
Tú eres
la mejor de todas.


La capitana de estos grumetes quiso aportar su granito de arena. Como podéis comprobar, es un poquito lunática y soñadora.

Señora Luna,
dueña del cielo.
Dame tu luz
y vela mis sueños.
Señora Luna,
dueña del cielo.
¡Cuánto te quiero!

Y colorín, colorado, estos Caligramas, a su fin han llegado.