miércoles, 10 de mayo de 2017

La danza de la lluvia


Llovía. Abrió el paraguas para que aquella indumentaria, recién estrenada, no sufriera ningún desperfecto.
La asaltó el temor de que el mundo pudiera borrarse con la lluvia, que cuando ésta cesara, no reconociera los lugares en los que ahora habitaba libre y dichosa.
En otras circunstancias, esa lluvia, machacona y anodina, la hubiera arrojado sin contemplaciones en brazos de la melancolía; pero aquel vestido hilvanado de amor, la protegía de pensamientos cobardes.
Caminó los caminos del aguacero sabiéndose dueña del mundo.
Y como todo pasa, también pasó la lluvia con sus lágrimas de cocodrilo, con su porte de gran señora de la tierra.
Y entonces, el Ojo de Dios limpió  el vaho de su ventana celeste , para contemplar  el retrato en sepia de un mundo recién creado  y una mujer, que vestida de amor,  danzaba  en pos del arcoiris.
Mª José Vergel Vega