martes, 19 de noviembre de 2024

VULCANO

 




No sabría decir cuál fue el  motivo  que terminó por desatar mi cólera. Hasta entonces, mi vida había transcurrido con la tranquilidad marmórea de la piedra. Nunca cuestioné el orden establecido, asumí el  papel que me correspondió en el mundo de los dioses, como se esperaba de mi condición. Para que todo funcione, cada cual debe representar su papel. Me lo repetía como un mantra entre golpe y golpe en el yunque.

  Mi cometido era dar forma a armas y armaduras que ofrecía a dioses y héroes para garantizar que la vida transcurriera sin sobresaltos, o al menos con los propios de la existencia, tan compleja y difícil . Y así un día y otro día...hasta que   llega ese instante en que la quemazón que llevas por dentro estalla y no hay puertas que la detengan. De nada habían servido mis desvelos para conservar el orden en el mundo, en vano me esforcé por que me respetaran, a mí que me llamaban el mago, el dios capaz de ablandar los metales.

 Hasta entonces  siempre había obedecido las leyes de mis ancestros. Fui el hijo biencriado que siempre hizo lo que se esperaba  de él: dejar vivir en paz a todas las criaturas, ser condescendiente con ellas, ser el guardián de lo que la tierra guardaba en sus entrañas.

 Tras una  eternidad siendo ninguneado, de pronto un día  un caballo desbocado   galopó por mis entrañas y fue el  grito incontrolable de mi estirpe quien  rasgó la tierra que  me sepultaba.

 Me cansé  de seguir la senda que me marcaron y decidí burlar los designios del destino. Un latido titánico fue aumentando, me iba revistiendo de una fuerza que me resultaba difícil sujetar. Me harté de estar encerrado, de mi vida de topo, ciego ante el mundo y los hombres. Me cansé de vivir aislado, recubierto de una amarga cáscara de soledad y olvido. Quise volar libre como los pájaros,aquellos alados seres  que   me pasaba las horas muertas adivinando sus cantos. Abrazar la libertad de ser pájaro sería   como romper las cadenas que me ataban desde el principio de los tiempos a lo más profundo de la tierra. Deseé ser río que atravesara valles frondosos hasta llegar a mezclarme con el mar . Quería conocer los secretos con olor a brea que dicen que atesoran   los viejos marinos, embadurnarme de sal, curarme los naufragios.

La rabia me fue habitando, me quemaba la garganta. Era como si una hidra de siete cabezas me estuviera ahogando. Aquel día, justo en el que los dioses descansaron, a mí se me colmó la paciencia y me convertí en pájaro de fuego, en río candente. Dejé libre mi lengua de lumbre y  calenté  la tierra porque ninguna criatura puede ser ninguneada eternamente.

Soy consciente de la destrucción que esta ira incontrolable ha ido provocando. A mi paso he destruido casas, tierras y vidas. Provoqué lágrimas y vi cómo mirábais al cielo pidiendo clemencia. Yo también clamé al cielo, pero no me escucharon. Nunca escucharon los de arriba a los dioses del inframundo. Les pedí que aplacaran mi ira, nunca fue  intención sembrar la destrucción. Solo quise unas migajas de reconocimiento, un gracias a tí el mundo está mejor hecho.

Creedme, quisiera que esta furia que me llena se detuviese, que parase este llanto candente que asola vuestra tierra y la mía, pero he aquí mi castigo, ser condenado a llorar eternamente  lágrimas de fuego desde las entrañas de la Tierra.

 

Mª José Vergel Vega

 

 

 

 

domingo, 6 de octubre de 2024

Versos de amor heridos

 

Hace unos días me preguntaba alguien por el guión de Versos de amor heridos. Aquí está el germen de aquellos Versos...que para mí son muy especiales.



( Este sueño comienza con  el rumor del agua de la lluvia que se escucha tras el balcón abierto; para enlazar con la canción de El Barrio con una voz de niña que invita al poeta a soñar, estaría bien que Esther cantara la parte cantada.

Miriam, vestida ya para bailar, estará sentada ante un tocador, retocándose, peinándose, poniéndose flores en el pelo…los movimientos que haga deben ser sumamente delicados, como si estuvieran sucediendo en un sueño.

Otra mujer, que apenas se moverá a lo largo de la pieza,  mira a través de un balcón abierto un sueño que se antoja muy, muy lejano. De vez en cuando pone sus ojos en un viejo álbum, ajado, en el que parece tener encerrados los recuerdos. El balcón es un balcón soñado, por lo que en el escenario estará conseguido por una telas vaporosas.

Mientras suena la canción, el poeta, como una sombra, va saliendo a escena para colocarse en una esquinita del escenario; lo ideal sería que se colocara en el otro extremo del balcón.  Tras él van entrando las figuras del que vamos a llamar “Coro” y que se colocarán de manera adecuada en el escenario. Todo ello debe hacerse con suma delicadeza, por lo que en el escenario deben entrar como si fueran parte del sueño.

El proscenio estará circundado de velas, la luz debe ser una luz intuida, muy tenue; eso sí, cuando alguna de las figuras que están en el escenario hablen, canten o bailen, puede hacerse una luz más nítida sobre ellas)

Federico (Mané): Siento que me van echando cadenas, que a cada paso me van atando las manos. Quieren que mi corazón, amapola herida, sangre.

Bailaora(Miriam): (Sentada ante el tocador, sigue con sus preparativos) Guardo una imagen de Federico en un viejo álbum de fotos, gastado de tiempo y de recuerdos. (La mujer del balcón pasa las hojas del ajado álbum y sueña…) Me miran unos ojos negros y profundos. Siempre supieron sus ojos ver el corazón del hombre. Siempre deseé besar sus labios, que sus besos convirtieran en alas   mis  brazos para bailar sus versos…

Mujer tras el balcón(Mª José):  Juré amarlo como si fueran a acabarse las noches, como si alguien amenazara con prender fuego a los días…

Coro(Todas las figuras): ¡Yo quiero herir contigo pájaros soñolientos! (Todo aquello que diga el coro debe ir acompañado por expresión corporal, sin olvidar, que nunca dejan de estar dentro de un sueño)

( Dos de las figuras del coro se adelantan y son iluminadas para recitar el poemaGacela del amor imprevisto”. Le pondrán al recitado pasión y dolor, por lo que esto no sólo ha de notarse al declamar, sino también en la expresión corporal.)(Este poema lo hacen July e Inma)

July: Nadie comprendía el perfume

de la oscura magnolia de tu vientre.

Nadie sabía que martirizabas

un colibrí de amor entre los dientes.

 

Inma: Mil caballitos persas se dormían

en la plaza con luna de tu frente,

mientras que yo enlazaba cuatro noches

tu cintura, enemiga de la nieve.

 

July: Entre yeso y jazmines, tu mirada

era un pálido ramo de simientes.

Yo busqué para darte por mi pecho

las letras de marfil que dicen siempre,

 

Inma: siempre, siempre; jardín de mi agonía,

tu cuerpo fugitivo para siempre,

la sangre de tus venas en mi boca,

tu boca ya sin luz para mi muerte.

Una figura( Tomás). (Cuando habla puede moverse por el escenario, pero de manera que no interfiera en la posición de las otras figuras, debe de moverse de manera sutil, sin hacer el menor ruido, utilizando la expresión corporal adecuada a aquello que dice) Yo quiero bajar contigo a la ribera de los juncos, por debajo de las tejas amarillas; a la salida de las aldeas, donde el tigre se come a los niños.

Una figura(Almudena) :(Lo dicho para la anterior figura servirá para ésta y para el resto de figuras) Quiero huir de todo para irme con aquel muchacho que se come la fruta verde y mira cómo las hormigas devoran al pájaro muerto por el automóvil.

Federico (Mané): ( Federico puede ir aproximándose donde está Esther y colocarse a su lado) Me encontraréis junto a la madre que canta mientras duerme a su hijo.

Yo quiero ser aquella mujer hermosa, de dulce rostro y que canta como si desde dentro escuchara las viejas voces imperiosas de la sangre. Su canción como un chorro de agua, como un temblor de hojas en verano…

Coro(Todas las figuras) ¡Por el sueño del hijo galopan, trágicos, los caballos!

Cantaora (Esther): (Canta la Nana del caballo grande. Cuando acaba la nana, se oye un rumor increscendo de agua. Federico, la mujer del balcón y la bailaora se tapan los oídos)

Coro(Todas las figuras): (En eco, dándole un aire telúrico) ¿Quién dirá, Federico, lo que guarda el agua!

 Una figura( Mara): ¡Ay de aquel que quiera dejar el sueño, sus pies serán heridos por una navaja barbera, por un cuchillito de plata que romperá su corazón en mil pedazos!

Una figura(Pedro Luis): ¡Ay de aquel, que cuando la luna lo acecha, deja que se ahoguen mariposas de sueño dentro de la alberca!

(Dos de las figuras se adelantan para recitar un fragmento de la huida de Leonardo y la Novia de Bodas de sangre)

Leonardo (Pedro Luis): ¡Qué vidrios se me clavan en la lengua!

Porque yo quise olvidar

y puse un muro de piedra

entre tu casa y la mía.

Es verdad, ¿no lo recuerdas?

Y cuando te ví de lejos

me eché en los ojos arena.

Pero montaba a caballo

y el caballo iba a tu puerta.

Con alfileres de plata

mi sangre se puso negra,

y el sueño me fue llenando

las carnes de mala hierba.

Que yo no tengo la culpa,

que la culpa es de la tierra,

y de ese olor que te sale

de los pechos y las trenzas.

 Novia (Mara) : ¡Ay qué sinrazón1 No quiero

contigo cama ni cena,

y no hay minuto del día

que estar contigo no quiera,

porque me arrastras y voy,

y me dices que me vuelva

y te sigo por el aire

como una brizna de hierba…

Coro: (Todas las figuras) (Nueva intervención del coro de manera premonitoria y telúrica) ¡Ay, triste luna, deja para el amor la rama oscura! (Los amantes que habrán terminado el poema abrazados son separados dolorosamente por una fuerza invisible y poderosa, por lo que esto ha de notarse en la expresión de sus cuerpos y de  sus rostros. Aquí Miriam podía bailar algo que le imprima pasión a esta parte, a ella se le ocurrirá qué.)

Mujer en el balcón(Mª José) ¡Nadie puede escapar de los sueños, nadie puede cerrar el balcón a un rayo de luna, ni a los recuerdos cuando el alma no puede ya con el peso del gigante del tiempo!

(Aquí se recitarán unos versos del Romance de la luna, luna)

Bailaora(Miriam) Niño, déjame que baile.

Cuando vengan los gitanos,

te encontrarán sobre el yunque

con los ojillos cerrados.

Huye luna, luna, luna,

que ya siento sus caballos.

Niño, déjame, no pises

mi blancor almidonado.

Una figura: (Inma) ¡Decid que vengan los gitanos, los negros, los pobres, los oprimidos, los que sufren el silencio de las cunetas, los que sienten que un avión les arde  justo en el hueco del ombligo, que vengan los que aman hasta sangrar de dolor!

Coro: (Todas las figuras)(Coreografía sencilla que vaya al recitado de la siguiriya. Quizá sería idóneo que Esther cantara alguna siguiriya para añadir a la estrofa recitada por el coro.)

¿Adónde vas, siguiriya,

con un ritmo sin cabeza?

¿Qué luna recogerá

tu dolor de cal y adelfa?

Federico:(Mané)(Colocado ahora entre las figuras del Coro, como solicitando clemencia y consuelo de ellas) ¡Dejad que el duende me ascienda desde la planta de los pies! El duende del que hablo es oscuro y estremecido.

¡Decid a las musas que se vayan, que entierren de una vez su podrido corazón en la arena! (Se oye un rumor de agua que aumenta por momentos. Federico no quiere oírlo.) Los que confían en las musas sólo oyen voces, como un rumor de agua desbocada…Las musas sólo traen un falso sabor de laureles.

Coro(Figuras masculinas): ¡Aquel que confía en las musas es comido por las hormigas o puede aplastarle la cabeza una gran langosta de arsénico! (Las figuras del coro dan vueltas alrededor de Federico, como si estuvieran bailando una danza macabra)

Coro(Figuras femeninas):  ¡¡Poeta, deja que el duende despierte desde las últimas habitaciones de la sangre!!

(Alguna de las figuras del Coro rescata al poeta de ese aquelarre al que lo habían sometido y ambos recitan el soneto: “El amor duerme en el pecho del poeta)(Este poema lo harán Mané e Inma)

Inma: Tú nunca entenderás lo que te quiero

porque duermes en mí y estás dormido.

Yo te oculto llorando, perseguido

por una voz de penetrante acero.

 

 

Mané: Norma que agita igual carne y lucero

traspasa ya mi pecho dolorido

y las turbias palabras han mordido

las alas de tu espíritu severo.

 

Mané: Grupo de gente salta en los jardines

esperando tu cuerpo y mi agonía

en caballos de luz y verdes crines.

 

Inma: Pero sigue durmiendo, vida mía.

Oye mi sangre rota en los violines.

¡Mira que nos acechan todavía!

 

(Federico queda dormido dulcemente y la figura vuelve a su sitio)

Una figura: (July)(Mira hacia donde está Federico y mientras dice el texto puede caminar hacia él.) Cuando llega el duende , la sangre abrasa, es como morir aún estando vivo. El duende es un viento del desierto que te arroja al rostro arena. Es parir con dolor aquello que el duende engendra en tu interior. (Mientras dice esta última frase, la figura no deja de mirar a Federico, por lo que se retirará caminando hacia atrás. Dirá esta última frase como si estuviera recitando un conjuro) ¡Incluso moribundo, el duende arrastra por el suelo sus alas de cuchillos oxidados!

(Canta Esther el Romance del Amargo)

Coro:(Todas las figuras):  ¡El Amargo, el Amargo está en la luna! (Al escuchar esto Federico se pone de rodillas)

Federico (Mané): Pero el duende no llega si no ve la posibilidad de muerte, si no tiene la seguridad de que ha de mecer esas ramas que todos llevamos y que no parará hasta arrancarlas. Porque para crear es preciso morir, para amar es preciso morir, para luchar es preciso morir.

(Dos de las figuras recitan la “Casida de la mujer tendida”, serán Tomás y Pedro Luis)

Tomás: Verte desnuda es recordar la tierra.

La tierra lisa, limpia de caballos.

La tierra sin un junco, forma pura

cerrada al porvenir: confín de plata.

 

Pedro Luis: Verte desnuda es comprender el ansia

de la lluvia que busca débil talle,

o la fiebre del mar de inmenso rostro

sin encontrar la luz de su mejilla.

 

Tomás: La sangre sonará por las alcobas

y vendrá con espada fulgurante,

pero tú no sabrás dónde se ocultan

el corazón de sapo o la violeta.

 

Pedro Luis: Tu vientre es una lucha de raíces,

tus labios son un alba sin contorno,

bajo las rosas tibias de la cama

los muertos gimen esperando turno.

Federico (Mané) : El duende es un viento que sopla sobre las cabezas de los muertos. Es un viento con sabor a saliva de niño, de hierba machacada y velo de medusa que anuncia el constante bautizo de las cosas recién creadas.

(Una de las figuras recita el soneto “El poeta dice la verdad”, será Mara.)

MARA: Quiero llorar mi pena y te lo digo

para que tú me quieras y me llores

en un anochecer de  ruiseñores

con un puñal, con besos y contigo.

 

Quiero matar al único testigo

para el asesinato de mis flores

y convertir mi llanto y mis sudores

en eterno montón de duro trigo.

 

Que no se acabe nunca la madeja

del te quiero, me quieres, siempre ardida

con decrépito sol y luna vieja.

 

Que lo que no me des y no te pida

será para la muerte, que no deja

ni sombra por la carne estremecida.

Mujer en el balcón (Mª José) : Pero no es el duende, es la muerte quien gime por los barrancos, es hora de estar con los que sufren: Hay que dejar el ramo de azucenas y meterse en el fango hasta la cintura para ayudar a los que buscan azucenas.

Federico (Mané): Quiero abrazar en mí mismo a todos los hombres. No quiero tener una vida eterna si no tengo en esta labios de carne para besar la carne. Un hombre no debe ser una sombra, un hombre es una mano que busca hacerse en otras manos, aunque sea un imposible.

(Una figura recita “Casida de la mano imposible”, será Almudena)

Almudena: Yo no quiero más que una mano,

una mano herida, si es posible.

Yo no quiero más que una mano,

aunque pase mil noches sin lecho.

 

Sería un pálido lirio de cal,

sería una paloma amarrada  a mi corazón,

sería el guardián que en la noche de mi tránsito

prohibiera en absoluto la entrada a la luna.

 

Yo no quiero más que esa mano

para los diarios aceites y la sábana blanca de mi agonía.

Yo no quiero más que esa mano

para tener un ala de mi muerte.

 

Lo demás todo pasa.

Rubor sin nombre ya, astro perpetuo.

Lo demás es lo otro; viento triste,

mientras las hojas huyen en bandadas.

 Una figura (Mara) : Me avergüenzo del que no es hermano de todos y lucha por abstractos ideales con una venda en los ojos.

Una figura (Pedro Luis): Y vendrán perros de plomo y le esposarán las manos…pero ellos no saben que su pluma es su corazón, que seguirá pariendo versos, así le corten las manos de un tajo…

Coro (Todas las figuras) : Por las arboledas del Tamarit

            han venido los perros de plomo,

            a esperar que se caigan los ramos,

            a esperar que se  quiebren ellos solos.

Bailaora (Miriam) : (Aquí, después de que Miriam diga el texto , iría genial que bailara lo que crea conveniente. Cuando diga lo que a continuación pondré, todo se detiene, el sueño es un cuadro mudo, pero lleno de dolor) ¡Criminales! ¡Váis a matar a un genio! ¡A un genio! ¡Criminales!

(Federico va sintiendo sobre él todo el peso del mundo, pero nunca se sentirá un hombre rendido, un hombre que ama tanto  nunca muere realmente, por mucho que la muerte se empeñe)

Federico (Mané) : (El poeta se colocará en el centro del escenario) Siento que me van echando cadenas, que van atando mis manos a cada paso…quieren que mi corazón sangre y manen mis versos heridos como un ramo de amapolas.

Coro (Todas las figuras) : ¡Criminales! ¡Vais a matar un poeta! ¡A un poeta! ¡Criminales! ¡Pero nunca mataréis sus versos de amor, heridos!

(Se oirá un suave rumor de agua que hará que la mujer del balcón y el propio Federico sonrían tristemente)

Mujer en el balcón (Mª José) : ¡Dejadle una acequia para su muerte! ¡Una acequia con puentecillos de piedra y ojos que lo contemplen…y altos pinos que cobijen a su alma!

Federico (Mané) : (Ahora se oye con más nitidez el rumor de una fuente) Mi cuerpo junto a la Fuente Grande y su continuo brotar de lágrimas…Dejad una fuente para mi alma de niño y venid cada tarde a recoger en el cántaro de vuestro corazón mis versos heridos de amor.

 

 

(Cuatro figuras recitan la “Gacela del Niño Muerto” con un vaivén funerario, serán Tomás, Mara, July e Inma.)

 

TOMÁS: Todas las tardes en Granada,

todas las tardes se muere un niño.

Todas las tardes el agua se sienta

a conversar con sus amigos.

 

MARA: Los muertos llevan alas de musgo.

El viento nublado y el viento limpio

son dos faisanes que vuelan por las torres

y el día es un muchacho herido.

 

JULY: No quedaba en el aire ni una brizna de alondra

cuando yo te encontré por las grutas del vino.

No quedaba en la tierra ni una miga de nube

cuando te ahogabas por el río.

 

INMA: Un gigante de agua cayó sobre los montes

y el valle fue rodando con perros y con lirios.

Tu cuerpo, con la sombra violeta de mis manos,

era, muerto en la orilla, un arcángel de frío.

Federico (Mané) : (El poeta tiene los ojos llenos de lágrimas, pero no está triste, sonríe incluso desde el llanto) En mis ojos resuenan las palabras de Abu-l-Barakat: ¿Es mi alejamiento de Ainadamar quien detiene el pulso de mi sangre, quien hace brotar un chorro de lágrimas del fondo de mis ojos?

Coro (Todas las figuras) : ¡Criminales, dejadle una fuente en la que su muerte se haga agua!

(Se oye el rumor de una fuente con cierta nitidez)

Mujer en el balcón (Mª José) : Ainadamar, aguas que gimen con la tristeza de aquel que, esclavo del amor, ha perdido su corazón…

(Federico y la Mujer en el Balcón  recitan el soneto “Llagas de amor”)

Mª José: Esta luz, este fuego que devora.

Este paisaje gris que me rodea.

este dolor por una sola idea.

Esta angustia de cielo, mundo y hora.

 

Mané: Este llanto de sangre que decora

lira sin pulso ya, lúbrica tea.

Este peso del mar que me golpea.

Este alacrán que por mi pecho mora.

 

Mª José: Son guirnalda de amor, cama de herido,

donde sin sueño, sueño tu presencia

entre las ruinas de mi pecho hundido.

 

Mané: Y aunque busco la cumbre de prudencia

me da tu corazón valle tendido

con cicuta y pasión de amarga ciencia.

Federico (Mané) : (Federico cierra los ojos y sueña pájaros de otro tiempo. El Coro coreografiará el siguiente texto) Ainadamar…Ahora cantan los pájaros…Soy un hombre joven, vivo, con un chorro de amor quemando mi cuerpo…Ainadamar…y la luna era bella y soñaba con poseerla…

Coro (Todas las figuras) : ¡Criminales! ¡Dejadle siquiera el reflejo de la luna por el agua!

Federico (Mané) : Pero no me dejaron verla, nunca vi la luna sobre Granada…sólo la fuente lloraba mis lágrimas…(Suena el rumor del agua de la fuente)

¡Ay, Mariana, como tú,

a la vera del agua,

sin que nadie la viera,

se murió mi esperanza!

(Federico se deja caer de rodillas al suelo, la mujer que contempla desde el balcón ha de gritar con fuerza al verlo derrumbado)

Mujer en el balcón (Mª José) : ¡Pero no le ciñáis la corona de mártir!

Bailaora (Miriam) :  ¡Dejad su sangre sobre el campo como rosado y dulce lino donde  claven sus azadas los cansados campesinos!

(A partir de aquí la pasión debe ir in crescendo y debe ser cada vez más dolorosa. Las figuras y el propio Federico gimen estos versos del “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”.La bailaora podría incorporar aquí una coreografía e implicar en ella al Coro. Esta parte final ha de ser muy visual, muy plástica, por lo que sería interesante que hubiera una simbiosis entre canto, danza y teatro. Durante este poema sería conveniente que sonara el llanto desgarrado de una guitarra.)

Coro ( Todas las figuras) : ¡Que no quiero verla!

Federico (Mané) : Dile a la luna que venga,

               que no quiero ver la sangre

               corriendo sobre la arena.

Coro (Todas las figuras) : ¡Que no quiero verla!

Federico (Mané) : Que mi recuerdo se quema.

                ¡Avisad a los jazmines

                 con su blancura pequeña!

Coro (Todas las figuras): ¡Que no quiero verla!

Cantaora (Esther) : La vaca del viejo mundo

                pasaba su triste lengua

                sobre un hocico de sangres

                derramadas en la arena,

                y los toros de Guisando,

                casi muerte y casi piedra,

                mugieron como dos siglos

                hartos de pisar la tierra.

Coro (Todas las figuras) : No.

         ¡Que no quiero verla!

(Esther cantará aquí un ay…profundo y desgarrado, que parezca que llora para dar pie al poema que recita a continuación la Mujer en el Balcón, mientras el coro acoge  al poeta. La bailaora puede estar bailando mientras tanto)

Esther: (Este poema quiero que lo recite Esther y que cante del mismo lo que crea conveniente o que le añada algo…)

¿Eres tú

 el que lloras?

En el huerto

de los claveles

te encuentro.

¿Qué quieres?

¿Aquel recuerdo?

¡ Ay yayayay!

Aquel recuerdo

lo llevo bordado

en mi pañuelo.

Cuenta las estrellitas

que hay en el cielo.

¡Yo no puedo hacer por ti

más de lo que he hecho!

¿Eres tú

el que lloras?

(El coro lleva a Federico al balcón donde lo acoge la mujer. Ambos contemplarán el viejo álbum de fotos y sueñan… El Coro se vuelve a colocar en su sitio para emprender la apoteosis final, Miriam recitará el poema con el coro, bailará lo que crea conveniente, el coro deberá tener también una coreografía sencilla. El poema del que hablo es la Elegía que escribió Antonio Machado a la muerte de Federico.) (Se escucha el sonido de pisadas en la hojarasca)

Tomás: Se le vio caminando entre fusiles,

por una calle larga,

salir al campo frío,

aún con estrellas, de la madrugada.-

Mataron a Federico

cuando la luz asomaba.

Almudena: El pelotón de verdugos

no osó mirarle a la cara.

Todos cerraron los ojos;

rezaron:

(Coro) ¡ni Dios te salva!

Muerto cayó Federico

-sangre en la frente y plomo en las entrañas-

…Que fue en Granada el crimen

sabed-¡pobre Granada!, en su Granada…

Pedro Luis: Se le vio caminar solo con Ella,

sin miedo a su guadaña.

Hablaba Federico,

requebrando a la muerte. Ella escuchaba:

Federico (Mané) : Porque ayer en mi verso, compañera,

sonaba el golpe de tus secas palmas,

y diste el hielo a mi cantar, y el filo

a mi tragedia de tu hoz de plata,

te cantaré la carne que no tienes,

los ojos que te faltan,

tus cabellos que el viento sacudía,

los rojos labios donde te besaban…

Hoy como ayer, gitana, muerte mía,

qué bien contigo a solas,

por estos aires de Granada…

Coro (Todas las figuras) : Se le vio caminar…

todos cerraron los ojos:

¡ni Dios te salva!

(Miriam bailará aquí poniendo toda la pasión y el dolor del que sea capaz, echando mano de ese duende que asciende desde las más oscuras habitaciones de la sangre. El coro puede acompañar si ella lo cree conveniente. No sé si es mucho pedir, pero si aquí participara Esther sería la leche. Después de esta apoteosis se hace un silencio sepulcral y poco a poco se va escuchando el rumor del agua de la Fuente Grande, Ainadamar. Federico y la Mujer siguen en el balcón. Esa mujer siempre ha soñado con Federico, el sueño parece haberse hecho realidad…por eso, Federico coge sus manos y ambos cierran el viejo álbum…hay un beso sensual pero puro, un beso de sueño de esos que te besan el alma…se escucha más cerca el rumor del agua de la fuente…termina el beso de una manera suave. Federico enlaza a la Mujer por la cintura y ella mirando al público, sonriendo con dolor y con dulzura dice:

Mujer en el Balcón (Mª José) : Ainadamar…es el agua quien me trae el recuerdo de tus ojos…es el agua quien  me hace ver tu corazón…

Yo juré amarlo como si fueran a acabarse las noches, como si alguien amenazara con prender fuego a los días…

Ainadamar…Ainadamar… Lágrimas que aún lloran la sinrazón de los hombres.

(Sigue oyéndose el rumor de la fuente y un canto lejano mientras se va quedando la escena en semipenumbra)


Mª José Vergel Vega