Hoy encontré esta carta, alguien dijo de ella que era una hermosa carta de amor, añado que también lo es de desamor. Con ella gané el VI Concurso de Cartas de Amor de Villanueva de la Serena hace unos años. Porque tiene mucho de Dausediana merece tener un rinconcito en propiedad en este blog.
Amor:
Sólo cuatro letras para decirte que
guardo tu nombre entre las sábanas limpias; entre efluvios de suavizante y
restos de viejas caricias.
A veces lo meto en el bolsillo porque me gusta oir el tintinear de las
letras; otras, las libero en el cuenco de las manos y vuelan… vuelan torpes,
entre las gotas de la lluvia.
Porque sucede, amor, que a veces
llueve si recuerdo tu nombre.
Pongo a secar las letras de tu nombre,
por si acaso vuelves en el próximo arcoiris. Y porque yo sé que te gustaría
encontrarlo como lo dejaste; cuando se orea, vuelvo a ponerlo entre los
pliegues de las sábanas, bien doblado y perfumado.
Si bajo la guardia, tu nombre se
escapa y se alía con el viento, desordenándome el pelo, colgándose cual
zarcillo de mis orejas.
Sucede, a veces, que tu nombre se
descuida y lo abrocho a la cintura y , revoltoso, despierta calladas mariposas,
que un día inventaron tus manos.
Amor, a pesar de todo, tú me diste
las letras de tu nombre para cobijarme del frío, o eso me dijiste; sin embargo,
el parte meteorológico me anuncia impávido que hoy volvieron, de nuevo, los
ciclones, los aguaceros… los naufragios.
No me quedan fuerzas para sortear la
violencia de otro mar enfurecido. Ya los maderos de mi balsa navegan a la
deriva, arrastrados por la corriente.
Eres de los que piensan que todo lo
cambia la liturgia de la palabra. Las palabras, amor, esas embaucadoras, que
todo lo transforman, que todo lo trastocan, que todo me lo ponen patas arriba…y
entonces, envías asépticos y escuetos sms, un cómo estás, cuídate… besos…¡cómo
si tú no fueras capaz de intuir cómo estoy!
Naufrago, amor, en una ausencia de
caricias, a las horas heladas de la madrugada en que se ahogan los ladridos de
los perros, y se vierten sobre mi vientre las profundas letras de tu nombre…
¿Sabes? Ayer puse los versos
alrededor de tu cuello, aunque en realidad eran mis manos, sí…He de reconocer
que fue una tontería… Lo hice porque te quiero, porque no vayas a resfriarte …siempre
fuiste tan propenso a las gripes y a los desánimos…
Sucede que a veces tengo ganas de
esconderme del mundo, de que el mundo me ignore y siga girando sin rumbo… ¡allá
el mundo!
Pese a todo, amor, sucede que la vida
sucede. Se suceden los ojos, las manos…las buenas intenciones…los
estoyaquiapesardetodo…los llamamesimenecesitas…los estoy- apagado- o- fuera- de-
cobertura- en- estos- momentos… ¡y son tantos esos momentos…y tan amargos ¡
Y no sé cómo amor, pero… sucede que… de pronto, la vida me sorprende con una onza de
chocolate, con una sonrisa, y me ordena de repente las letras de tu nombre y
entonces… entonces, vuelven a existir los paraísos, y hasta un cachito de isla
desierta en propiedad donde guardar a buen recaudo las cuatro letras dulces de
tu nombre.
Sucede que a veces encuentro unos
ojos que iluminan el camino, manos que me ofrecen un poco de agua cuando el
deseo aprieta…porque sucede, amor, que
aunque me cueste reconocerlo, y una y mil veces me maldiga, te necesito.
Y es entonces cuando te busco; pero se
me olvidó, amor, anotar la dirección hacia el Paraíso, y no sé si tomé el
camino correcto. Por si acaso, llené los bolsillos de palitos de chocolate para
ir dejando, por si pierdo el rumbo…ya tú sabes de mis despistes; y llevo
también miguitas de tu risa que me
descubrí pegadas a los dedos…siempre es bueno, en estos casos, tener algo que llevarse a la boca.
Y me dejo acompañar por el suave
trinar de los pájaros cuando la tarde se pone del color de tus ojos…y recorro
mares de espigas agitados por el viento…y me dejo mecer por el sonido lejano de
tu cuerpo encerrado en alguna caracola…son tantas las cosas que pueden caber en los sueños…
Por cierto, amor…, no me lo tomes a
mal pero, considero que es urgente que
te lleves los recuerdos, pues ya ves cómo desvarío; además… hoy volvieron a asustarme al abrir el cajón de
la mesita de noche. Y, te lo advierto, si no vienes pronto a buscarlos,
terminaré por hacerles un sitio junto a los libros; porque, amor, está bien que
dejaras tu nombre entre las sábanas limpias, quizá no te hayas dado ni cuenta;
pero tendrás que reconocerme al menos
que…, lo cierto es que… no se puede ser tan desordenado y que no se
pueden guardar los recuerdos donde se guardan los calcetines.
Es, ya sabes…una cuestión de glamour, de puro
y necesario glamour.
Mª José Vergel Vega
Preciosa carta de amor, de desamor, de sentimientos encontrados o de amores que se nos resisten pero que no nos dejan. Sin duda el premio fue sobradamente merecido. Mis felicitaciones aunque sea con unos años de retraso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Amores que se nos resisten pero que no nos dejan...cuánta razón tienes, amiga! Mil besos.
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