domingo, 28 de julio de 2019

LUNA ROJA




Un mensaje iluminó la pantalla de su móvil: “Es ahora o nunca”.
Era la señal convenida. Se desnudó con parsimonia y se puso el pijama que guardaba para las ocasiones especiales. Colocó el traje gris de oficinista en el galán de noche. Abrió de par en par la ventana para que entrara el relente. Dispuso encima de la mesilla el vaso de leche tibia, la cápsula y el diario abierto por la página del día. Contestó al mensaje del móvil con un escueto: “Ok. Amor.” Dejó las zapatillas perfectamente alienadas y se acostó.
Puso la cápsula en la lengua y apuró a pequeños sorbos el vaso de leche. Al tiempo que arreglaba el embozo, pensaba que aquella noche dormiría como si no hubiera un mañana. Se persignó tres veces y cerró los ojos.
Un nuevo mensaje iluminó la pantalla del móvil: “Dulces sueños, amor.”
Para entonces, la luna roja que anunciaron en todos los telediarios, ya se había desangrado sobre la cama.
Mª José Vergel Vega

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