lunes, 18 de enero de 2016

Ángeles y demonios


Una puede sentir muchas cosas cuando está delante de un libro. Eso que sientes puede ser maravilloso y sublime, pero también, zafio y rastrero. Al leer Hombres desnudos de Alicia Giménez Bartlett, autora con la que estaba bastante familiarizada y que entra dentro de mis preferencias como lectora, porque sus obras hacen pensar, me pasó algo que voy a denominar, inquietante.
Lo primero que pensé es cómo con semejante novela, sórdida y mal hablada, esta señora había podido embolsarse el dineral del Planeta o, pasándolo a pasiva, en qué estaban pensando los miembros del jurado cuando decidieron otorgarle el premio gordo.
La idea de dejar la lectura no me abandonaba. Pero, ¿por qué continué leyendo? La respuesta es, pese a todo, muy simple: porque lo que en ella sucede, aunque no me guste y me produzca arcadas, es la vida misma.
La vida es, en muchas ocasiones, un mal sueño y una, a veces, no tiene o no se ve con fuerzas, para cambiar el registro. Se nos obliga a seguir soñando y nos resulta imposible despertar.
¿Podemos cambiar la realidad? ¿Somos, en verdad, tan poderosos si nos proponemos algo en firme? ¿Nos engullen, en todo caso, las circunstancias? ¿Somos agresivos por naturaleza? ¿Podemos controlar esa agresividad que forma parte de nuestro ADN? ¿Seríamos capaces de perdonar y/o justificar un acto terrible cometido por una persona de apariencia angelical? ¿Somos capaces de vivir entre el bien y el mal? Quizá, en nuestro interior nos respondamos que no podemos perdonar o justificar ciertas cosas que nos hacen indignos de llamarnos hombres , pero lo cierto, lo que nos escandaliza es que vivimos subidos a una noria que nos hace dar bandazos a un lado y a otro, ir de la cumbre al suelo una y otra vez.
Siempre he pensado que nadie está libre de nada. Todos podemos ser felices e infelices. Nadie está libre de descender a las cloacas y todos, en algún momento, podemos habitar, siquiera fugazmente, el paraíso.
Ni ángeles ni demonios, o ambos a un tiempo.
¿Puede un ángel cometer un crimen? ¿Puede un deshecho de la sociedad hacer algo para mejorarla? La respuesta es sí en ambos casos, porque somos humanos y en nosotros cabe lo mejor y lo peor.
¿Podemos vivir con algo muy sórdido a las espaldas? Probablemente sí, porque la vida es aguantar , y si no podemos caminar hacia adelante, siempre tenemos la opción de seguir huyendo.
Terrible, muy terrible. Estar vivo es lo más hermoso y lo más jodido que nos puede pasar.
Leer también puede convertirse en una experiencia traumática, de la que una tarda en recuperarse, aunque un lector no puede hacer otra cosa que seguir leyendo, porque leer es vivir y morir a un tiempo.
Mª José Vergel Vega

1 comentario:

  1. Si la novela engancha tanto como tus reflexiones, creo que voy a tener que buscarla ya mismo.

    Besos.

    ResponderEliminar