lunes, 28 de diciembre de 2020

Construyendo la historia desde lo local

 




En medio de este tiempo gris que nos habita y habitamos, encontramos, una vez más, el oasis de la Cultura. Siempre es un consuelo saberse a salvo al abrigo de las palabras de Antonio, pulsar las cuerdas de la vida desde la perspectiva que nos ofrecen las palabras contenidas en este nuevo libro que nos disponemos a acoger entre nosotros.

Antonio, como refiere el profesor Javier Ridruejo en el prólogo a este “Torrejoncillo en el siglo XVII” no es ningún “juntaletras”. De todos es bien sabido que es un escritor de vocación, de los que pasan horas encerrados recopilando datos , reflexionando sobre lo encontrado, redactando de manera escrupulosa y corrigiendo de manera casi enfermiza. En resumen, es uno de esos autores en los que confía el lector, pues sabemos que no nos defraudará, ni en el fondo ni en la forma.

Una no ha podido nunca decir no a las proposiciones-nunca deshonestas- que ha hecho a servidora este amante de la historia de nuestro pueblo, que para siempre será mi querido profesor. Hay personas que se cuelan en el alma y ahí se quedan por siempre, formando parte importante de tu vida. Y si antes no dije no, ahora con mayor motivo, pues me toca mimar lo máximo posible la cultura de mi pueblo, y el vuestro, desde el puesto de responsabilidad que ahora ocupo.

Creo que los torrejoncillanos tenemos mucho que agradecer a Antonio Alviz. Agradecer que a través de su inmersión en nuestro pasado haya desmontado esa creencia alimentada por algunos, de que Torrejoncillo, este hermoso pueblo artesano y lleno de artistas en el que vivimos , no tenía historia. Gracias a este cronista riguroso y ameno, sabemos que eso es totalmente incierto y empezamos a sentirnos parte importante de la historia, de una rica e importante historia.

La Historia tiene que ver con la sabiduría, con la capacidad de juzgar lo que pasa, con la pátina del tiempo que todo lo va poniendo en su sitio, con el dejar testimonio de lo que otros fueron construyendo para nosotros y para los que están por venir. Gracias a la historia nos reconocemos en lo que otros fueron, nos reafirmamos en lo que somos e intuimos lo que seremos. La historia se escribe desde abajo, desde lo profundo de la intrahistoria, desde el calor de las historias pequeñas de cada día que Antonio no ha desdeñado jamás, porque sabe que son importantes. La Historia comienza a escribirse a nivel local para convertirse en universal. Gracias a Diputación de Cáceres , concretamente al Servicio de Publicaciones y linea editorial “ Estudios Locales” por facilitar que saquemos a la luz la historia de nuestros pueblos, por dar voz a gente que tanto tiene que decir como es el caso de Antonio.

Releía hace unos días un interesante artículo de Ángel Gabilondo animando a la lectura. Decía algo así como que “la lectura es una forma de encuentro con la palabra que nos viene de los demás”, que leemos para ver, escuchar y comprender mejor. Me vino a la mente Antonio y su concepción de la escritura. Sin duda, Antonio siempre ha querido escribir para que el lector se vea reflejado en lo que escribe, para arrojar luz sobre lo que el lector se pregunta, para ofrecer respuestas al alcance de todo tipo de lectores.

Este “Torrejoncillo en el siglo XVII” nos ofrece la posibilidad de encontrarnos con la palabra desde la soledad de fondo del lector para comprender el mundo y conocernos un poquito más a nosotros mismos. Estamos hechos de cachinos de los que nos precedieron. Los libros, este de Antonio en concreto, se constituye en una evidencia que nos permite asombrarnos y descubrir cuál es nuestro papel como ciudadanos del siglo XXI a través del papel que jugaron nuestros paisanos del siglo XVII.

Queridos lectores, estamos de enhorabuena, en nuestras manos tenemos una nueva criatura que Antonio ha ido gestando con amor y trabajo infatigable. En nosotros queda el último esfuerzo: completar el testimonio de Antonio, porque cada uno de nosotros está en sus palabras.

Mª José Vergel Vega






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