“Donde el corazón ama, el viento late”.
El estribillo de una de las hermosas canciones de MAPA -¡qué
dulzura en la voz y en palabra!-, me acompaña desde ayer por la tarde. No hay
forma de sacarlo de la cabeza, ni ganas de que se vaya.
Se dijeron tantas cosas bonitas salidas directamente del
corazón en el pequeño pueblo de Pescueza, que me ha costado trabajo decidirme
por una de ellas para echar a rodar las palabras por el papel en blanco y armar
mi humilde defensa de lo que muchos consideramos justo.
Me cuesta trabajo discernir por qué se ponen tantos peros a
proyectos que funcionan y hacen un bien incuestionable a la comunidad en la que
se llevan a cabo. Proyectos referentes a nivel nacional y europeo.
¿Por qué estorban “Quédate con nosotros” y “El Festivalino”?
¿Por qué se les reduce considerablemente su financiación?
A mi modo de entender, creo que la política debería respetar
siempre una máxima sagrada: lo que es bueno para los vecinos y vecinas, aquello
que une y hace pueblo, no se toca. Ni por unos ni por otros, me da igual el
signo político.
Algunas formas de hacer política, se empeñan en vaciar cada
vez más esa España desatendida, concepto que salió de los labios de Andrés Rodríguez y que a mí me gusta más
que “España vaciada”. Qué pena que no sepan apreciar lo que endulza la miel de
las pequeñas cosas, ese regusto sosegado que deja en la misma entraña.
Como en algún momento de su discurso dijo Carlos Goñi, no
podemos consentir que nos traten como números, despojados de todo sentimiento.
Tomás Moreno lo explicó muy bien: hay que poner en valor a las personas, lo que
cada una significa para esos proyectos en los que está implicado todo el
pueblo, chicos y grandes, con nombres y apellidos. Sólo existe aquello que es
nombrado, por eso hay que seguir nombrando a todas y cada una de las personas
que encarnan estos modelos de vida. Cuando las ideas se hacen carne, se
convierten en proyectos sagrados.
Hay que seguir nombrando a los pescozanos y pescozanas que
casi en su totalidad, integran la Asociación de Amigos de Pescueza quienes, con
mucho esfuerzo y dedicación se ocupan de
dar forma a la filosofía de vida de “Quédate con nosotros”, de que ningún
vecino se sienta solo. Son una piña y lo demuestran a diario. Su lema es
cuidarse unos a otros. A los pequeños no se les escapa que en sus mayores
reside la sabiduría del libro de la vida, y esa es la verdadera .
Pescueza lleva tiempo apostando por la Cultura, las
tradiciones, la defensa del medio ambiente, el poder de unión y sanación de la
música que nos hace no perder el norte como canta Niño Índigo, la atención
centrada en la persona, el envejecimiento activo al que aludía esa mujer vital
que es Manuela Carmena, la intergeneracionalidad, el atajar las “soledades no
deseadas” llevando a cabo “políticas artesanas y de cercanía, teniendo como
espejo el rostro de las personas”, como defiende cada vez que tiene ocasión esa
mujer tan de verdad, tan auténtica, que es Matilde Fernández.
Todo ello y mucho más para hacer de este pequeño pueblo, un
lugar vivo, lleno de una ternura por los mayores que nos humaniza.
Pescueza es un pueblo en el que nunca te sientes solo,
enseguida te acogen y te envuelven en una red tejida de cariño y sonrisas. Hay
que defender siempre la alegría como si fuera una trinchera, que decía el
viejito Benedetti, y alegría fluye de manera incansable por los proyectos que
son la seña de identidad del pueblo de Pescueza: “Quédate con nosotros” y “El
Festivalino”, como muy bien decía Tina, su emocionada Alcaldesa.
El horizonte siempre queda lejos, pero ha de servirnos para
seguir caminando, para seguir luchando para que lo que es de justicia se tome
en cuenta y se sigan manteniendo estos proyectos vitales para que los pueblos
no se mueran, para que sigamos avanzando hacia un progreso sostenible en el que
el bien y la felicidad de las personas se antepongan a cualquier otra cuestión.
O como decía el gran Carlos Goñi: “Lo primero va antes”.
Mª José Vergel Vega
No hay comentarios:
Publicar un comentario